jueves, 7 de julio de 2011

En las autoescuelas solamente se enseña a aprobar. ¿Seguro? (1ª parte de 2)



Toreando un sueño

Desde hace muchos años, reiteradamente y hasta la saciedad, vengo oyendo la afirmación que da lugar al título de esta entrada. Se admite como un axioma, tan profundamente arraigado, que he podido constatar que algunos colegas (soy profesor de autoescuela) se la creen, a los que hay que sumar algunos funcionarios de la DGT, algunos policías municipales y algunos policías de tráfico; esto, por citar solamente a los grupos de personas profesionalmente más implicadas en este asunto y supuestamente expertas en el mismo.
Bien, pues afirmar que en la autoescuela sólo se enseña a aprobar, ¡es falso! 
Llevo desde el año 1977 enseñando a conducir y es el día de hoy, que todavía no sé cómo se enseña solamente a aprobar y, francamente, no soy tan inteligente como quisiera pero tampoco tan tonto como parezco. No obstante, desde que empecé en este oficio y hasta ahora, he hablado con colegas de este asunto en múltiples ocasiones y todavía no me encontré con ninguno que me dijera cómo se enseña sólo a aprobar, ni siquiera los que creen que sí lo saben, curioso. 
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Pienso en la prueba de circulación para el permiso B, que es a la que se refiere casi todo el mundo cuando afirma que en las autoescuelas sólo se enseña a aprobar, aunque cuanto digo aquí, es perfectamente válido para cualquier tipo de permiso de conducir. 
Dicha prueba, consiste en realizar un recorrido por vías públicas abiertas al tráfico que, normalmente, incluye un mayor porcentaje del mismo por vías urbanas, pero que también puede incluir tramos de carretera convencional, autovías y autopistas -cuando ello sea posible- dependiendo de múltiples factores, como lugar donde está ubicado el punto de salida del examen, punto de llegada, características de la población donde se realice, número de alumnos presentados en una convocatoria concreta, etcétera. 
Por otra parte, si las autoescuelas saben cómo enseñar a aprobar, ¿cómo es que su porcentaje de aptos no está muy próximo al 100%? La realidad, sin embargo, dista mucho de esta cifra. Claro que alguien pensará que a las autoescuelas, aunque saben perfectamente cómo enseñar a aprobar, les interesa hacerlo en el mayor tiempo posible para ganar más dinero; pero no es cierto. Si algún colega descubriese un método para conseguir que un alumno apruebe con cinco clases prácticas, por ejemplo, se haría rico. En términos absolutos ganaría poco con cada alumno, pero tendría todos los alumnos. 
Los profesores de autoescuela ni diseñan automóviles -ya me gustaría- ni redactan las normas que regulan su uso -también me gustaría, sobre todo para simplificarlas y disminuirlas-. Los exámenes son competencia del Estado, este decide la materia objeto de aprendizaje y el nivel exigible de la misma para poder conducir; otra cosa, y motivo de una futura entrada, seria ponderar si el Estado coloca el listón en su sitio, demasiado alto o demasiado bajo.También es cierto que nunca he conocido a nadie que estuviese dispuesto a aprender -al menos en la autoescuela- más de lo que él cree que necesita saber para aprobar. Dados los imperativos, ¿qué podemos hacer, pobres de nosotros? Nuestra tarea, además, es transparente como pocas, siempre se desarrolla en presencia de testigos con coches perfecta y fácilmente identificables -por seguridad, interés comercial e imperativo legal-, los alumnos tienen mayoría de edad o les falta muy poco para llegar a ella, múltiples referentes y, prácticamente todo el mundo sabe, al menos algo, sobre conducir y tráfico. Por muy mala fe y codicia que tenga, ¿voy a empeñarme en hacer que mis alumnos inicien la marcha en 2ª para que el día del examen se les cale el coche 20 veces nada más empezar, por ejemplo?, ¿o decirles que pueden cambiar de carril cruzando una línea continua? Ejemplos hay miles.
¿Enseñando a aprobar, eh? Menos mal
Desgraciadamente es más fácil engañar que convencer, hacer un acto de fe que razonar. Entre los profesores de autoescuela, como en cualquier grupo humano, hay de todo como en botica. Pero con lo expuesto hasta ahora, creo que está muy claro que, difícilmente, un colega puede engañar a un alumno sin su colaboración, es decir, sin que se lo pida aunque sea de forma implícita, lo cual no exime al profesor que engañe de que se le califique su acción como despreciable. Pero, normalmente, ¿qué quiere el alumno cuando va a la autoescuela?
   Esteban

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