viernes, 8 de julio de 2011

En las autoescuelas solamente se enseña a aprobar. ¿Seguro? (2ª parte de 2)

¡APROBAR, POR SUPUESTO! Normalmente, el alumno sólo quiere APROBAR. Y sus padres, que tanto dicen preocuparse por su bien, también; y el Estado -ese “padre” que cual Chronos devora a sus hijos- aprovechándose de su ignorancia para sacarle el máximo dinero posible vía multas, también; y los fabricantes de coches y talleres que llevarán el mantenimiento del vehículo, repararán sus averías y sus golpes -tantas y tantos evitables, si realmente se aprendiese lo que enseñan muchas autoescuelas-, también; y las compañías de seguros, ídem de ídem; y... 
A la sociedad y al Estado le importa un rábano que una persona sepa conducir o no, pero... ¿a ti? ¿No te importas?
Gota fría en Bilbao, verano 2010
Aquí tampoco enseñamos a aprobar. ¡Basta con sobrevivir!
INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

El profesor de autoescuela, le guste o no, ha de enseñar cómo funciona un coche y cómo se lleva por una calle o carretera de forma segura, legal, ágil y coordinada con el resto de los vehículos. Esto para empezar, aunque sólo sea por su salud, por su propia seguridad, porque por más que disponga de doble mando este mecanismo no hace milagros. Esto es un mínimo común denominador para todos; cómo se llegue ahí e ir más allá, es lo que verdaderamente marca las diferencias entre unos profesionales y otros. Si el profesor enseña esto y el alumno lo aprende, éste superará el examen sin ningún problema. ¿Le ha enseñado el profesor a aprobar? No, evidentemente, le ha enseñado a conducir. Lo que jamás entenderé es por qué después de sacar el carné tantas personas creen que pueden conducir como quieran y que, paradójicamente, la norma, deba ser infringir la norma. En la autoescuela no dieron las clases de coche en un circuito cerrado en supuestas condiciones ideales, no; las dan en vía pública abierta al tráfico. ¡Trabajamos sin red! No entiendo ese afán tan extendido de tirar por el atajo, de salir por la tangente; es como si un montañero quisiera hacer cumbre llegando a ella en helicóptero, pues hombre, ese no es un montañero. Pero ni este ejemplo me sirve, porque en la carretera no hay helicóptero, creer en la ilusión de que lo hay sólo porque la mayoría de la gente repite las mentiras como un mantra, inevitablemente, supone sufrir un accidente.
Es absolutamente determinante la actitud del alumno para salir de la autoescuela con una base sólida sobre la cual pueda crecer como un conductor seguro. Actitud y aptitud, he aquí las claves. Cuando ambas se dan en dosis elevadas en una misma persona estamos ante la piedra filosofal: el alumno aprenderá bien y rápido de un modo eficaz y económico. Conducirá bien, y si lo hace con regularidad, en muy pocos años logrará un nivel como conductor superior a la media. Desafortunadamente estos casos son cada vez menos frecuentes pero aunque las aptitudes para conducir sean malas e incluso parezca que no existen, con una actitud adecuada aparecen como un tesoro en el fondo de una mina al que se llega con una entrega total que toma por punto de apoyo no rendirse jamás y trabajar sin desmayo. Mas este esfuerzo conduce a la misma meta que en el ideal y raro caso anterior. Aptitudes excelentes y actitud negativa es la peor combinación, el alumno que se mantenga en esta última sufrirá un calvario en su paso por la autoescuela, y su profesor también; y lo que es peor, es el que más probabilidad tiene -y con diferencia- de sufrir un accidente cuando, por fin, tenga el carné.

Afirmar que en la autoescuela sólo enseñan a aprobar, no es más que una burda justificación para NO aplicar lo aprendido. Además, si alguien se pone a hacer algo sabiendo que no sabe hacerlo, una de dos, que aprenda o que se abstenga. Es obvio. Máxime cuando todo el mundo sabe -nadie se puede llamar a engaño en esto- que una mala acción manejando un automóvil abre ante nosotros el abanico completo de todo lo malo que nos puede pasar.
"Enseñar no es una función vital, porque no tiene el fin en sí misma; la función vital es aprender". Aristóteles.

   Esteban

INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

9 comentarios:

  1. Muy interesante el inicio de este blog, Esteban. Totalmente de acuerdo con tu planteamiento. Yo me saqué el carnet hace ya 7 años y habré conducido cuatro días en todo este tiempo. Mi miedo, aparte de la falta de práctica, surge también de que para muchos la norma suele ser infringir la norma. Ahora, con vistas a formar una familia, empieza a ser más necesario el coche y creo que la mejor solución será volver a la autoescuela este verano para unas clases prácticas, reaprender lo olvidado y ganar en seguridad. Eso sí, si consigo encontrar un centro que me ofrezca esa posibilidad. Como bien dices, ahora en verano habrá mucha gente joven que quiera aprovechar las vacaciones para aprobar. Espero que también para aprender a conducir y circular. Saludos, Ibon

    ResponderEliminar
  2. Para Anónimo.

    Muchas gracias por tu comentario, Ibon. Me alegra que te guste lo que has podido leer hasta ahora, pondré todo mi empeño en seguir mejorando mis futuras entradas tanto como pueda.

    De tu comentario, me llama la atención un miedo muy común y extendido que expresas así: “ Mi miedo,..., surge también de que para muchos la norma suele ser infringir la norma.”

    Es cierto, pero te diré lo que tantas veces nos repetía un excepcional profesor que tuve: “No importa lo que los demás te hagan, sea lo que sea, sólo importa la decisión que tú tomes con respecto a ello”.

    En el coche tus manos están en el volante y tus pies en los pedales, la máquina responde inmediata y eficazmente a tus órdenes.

    Para que estas sean correctas solo hay que tener un conocimiento y entrenamiento suficiente con la máquina y, siempre que la manejemos y durante todo el tiempo que lo hagamos, mantener cuerpo, sentidos y mente en alerta. Para lo cual, no es necesario que se nos acelere el pulso y se eleve nuestra tensión, esto se logra con anticipación, observando -cuanto más lejos mejor, y todo nuestro entorno- y pensando. Así, será muy difícil que nada nos sorprenda desprevenidos. Nos sentiremos seguros, sin pensar ni la más mínima fracción de segundo, en qué hace ése. Nos da igual, tú tendrás una solución para que el posible accidente -al menos contigo- sea imposible.

    En el apartado que dedico a las frenadas de emergencia en el libro del que soy autor (Conducir sin miedo), y en todo él en general, creo que está muy claro y detallado lo expuesto anteriormente.

    Ánimo Ibon, con esfuerzo y trabajo lograrás ser un buen conductor, y por lo tanto, seguro. Así lo deseo y espero por tu propio bien, el de los tuyos y el mundo -en el que yo también me encuentro-.

    Saludos.

    Esteban

    ResponderEliminar
  3. Hola Esteban, llegué desde la Blogoteca atraida por el nombre del blog y lo
    empecé a recorrer con más interés todavía cuando leí sobre tu encuentro con
    el jabalí y justo, justo indicas NO hacer lo que sí hizo mi abuelo un
    Jueves Santo en viaje y nos accidentamos. Fui la única ilesa que tuvo que
    conseguir llegar a la ruta para conseguir ayuda. Y ese episodio me marcó "a
    fuego", como suele decirse.

    Años después fui aplicada alumna en una autoescuela buscando realmente
    aprender, no aprobar. Hasta llegué a manejar sola pequeños tramos...
    Pero (siempre hay un pero ¿no?) dicen que mi ciudad es una de las que tiene
    el dudoso honor de ser donde peor manejan sus habitantes, la norma es
    infringir la norma y me superó: agregar a mi trauma personal la
    responsabilidad triple de velar por mí, por el que maneja delante y quien
    viene detrás lo sentí como una carga muy pesada y abandoné el intento.

    Desde entonces maneja mi esposo y yo alterno entre ir a su lado o usar el
    transporte público o bicicleta.

    Tu respuesta a Ibon la entiendo perfectamente y supongo que algo muy
    similar me dirías a mí. Es decir, desde lo racional sé lo que debo hacer,
    pero desde lo emocional es cuesta arriba.

    Perdón por lo extenso, pero necesité expresarlo.

    Saludos desde el sur, Paula

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Paula:

      Nada tengo que perdonar y agradezco mucho tu comentario. Has hecho bien en expresar lo que sientes.

      Si puedo, te contesto hoy, pero será más probable que lo haga el lunes. Naturalmente, en absoluto estás obligada, por supuesto, pero si no te importa, ¿podrías decirme en qué ciudad vives? Quizá la conozca y tenga o pueda hacerme una idea mejor de cómo se conduce en ella.

      Muchas gracias y un saludo muy cordial.

      Eliminar
    2. Paula ha dejado un nuevo comentario en su entrada "En las autoescuelas
      solamente se enseña a aprobar....":

      Hola Esteban, gracias por leerme y responder.
      Mi ciudad es Río Cuarto, provincia de Córdoba, Argentina
      Muchos saludos

      Eliminar
    3. Hola Paula:
      Sí, creo que lo dicho para Ibon también puede ser de utilidad para vos. Pero te mostraré alguna herramienta más. Antes, y a modo de ejemplo, te contaré una pequeña historia.

      Verás, hace ya unos años, viajé con mi hijo mayor a Madrid, y era necesario movernos por allí con el coche. Él, aún llevaba poco tiempo conduciendo así que hasta cerca de Madrid condujo él pero declinó seguir haciéndolo para entrar y circular por esa ciudad. Vivíamos y vivimos en Bilbao (yo en Portugalete, que está al lado) y se conduce de forma muy diferente en ambas ciudades, también el ritmo de vida es bien diferente, mucho más ágil en Madrid. Después de verme pasar un semáforo en rojo, me llamó la atención escandalizado y con asombro (aprendió a conducir conmigo) y hubo algunos más en los que hice lo mismo. No se lo podía creer, entonces le dije que se fijase: ¡Nadie se detenía nada más encenderse la luz roja! Los primeros 3, 4 ó cinco coches que se acercaban a ella, pasaban, los otros ya se detenían, por ello, cuando estaba 1º, 2º ó incluso 3º podía ver claramente en los retrovisores que los que me seguían no sólo ni levantaban el pie del acelerador sino que lo pisaban más. “¿Lo ves?, como se me ocurra parar nos rompen el cuello”. Y le repetí lo que tantas veces le oí a mi madre: “Allá donde fueres haz lo que vieres”.

      No, no tengo la suerte de conocer su ciudad, Río Cuarto, bonito y curioso nombre. Pero “volé” sobre ella con Google Maps, lo que no encontré fue ninguna webcam funcionando en tiempo real, sólo fotos, parece agradable y guapa y con unos paisajes hermosos muy próximos, miraré otro día con más tiempo. Creo que si algún día te animas, con esfuerzo y trabajo, podrás conducir segura por ella, muchas veces, hasta foguearnos, es más una cuestión de emprender una tarea de forma muy animosa. Al principio cuesta, luego el trabajo es el mismo pero uno se siente bien y el esfuerzo parece mucho menor.

      Está lo del accidente, imagino que serías una niña y ojalá que no hubiese sido trágico, pero muy dramático seguro. La reacción de tu abuelo es muy común y universal, está presente en un porcentaje altísimo de accidentes. Es necesario visualizar situaciones de riesgo con los ojos de la imaginación, repetirlas mucho, y “ver” la respuesta correcta. Sentirnos capaces de solventarlas. Así, autobombardeamos nuestro subconsciente con ellas y responderemos eficazmente ante las mismas automáticamente, igual que un soldado bien entrenado en plena batalla. Por supuesto, un curso de conducción en circuito (ignoro si tienes alguno cerca) es muy, muy recomendable, pero sin el requisito anterior, de poco sirve este, además, el otro es gratis. Si el trauma de aquel accidente aún está muy presente, tal vez fuese necesario hacer algún tipo de terapia, pero antes podrías probar (y quizá fuese suficiente) con el libro de la psicóloga Dña. Beatriz Dorrio Lourido “SOS, me da miedo conducir” de Ediciones Pirámide, a mí me gustó mucho, es ameno y muy práctico. También te sugiero que veas el siguiente enlace:
      http://blogs.km77.com/arturoandres/3097/amaxofobia/#
      Escribe D. Arturo de Andrés, sin duda, el mejor periodista del motor que ha habido y hay en España y con reconocido prestigio internacional. ¡Es un verdadero maestro! Un conductor excepcional que, además, tuvo la deferencia de escribir el prólogo de mi libro (nunca se lo agradeceré lo bastante). En esa entrada, también hay unos cuantos comentarios interesantes, yo firmo el Nº 15. Ah, estoy en contacto con una compatriota tuya (y colega mía) que es instructora de manejo en Buenos Aires y también trabaja con personas que temen conducir, te copio su Web: http://www.vilma-azcurra.com.ar/index.html

      Continúa...

      Eliminar
    4. Estas son las herramientas que te puedo mostrar ahora. No obstante, conviene tener presente que no conducir, es una opción perfecta y absolutamente válida y respetable por la que nadie debe sentirse mal. Espero haber sido de alguna utilidad para vos, También espero, algún día disfrutar viajando por toda Argentina, por supuesto, en coche. Incluso por Río Cuarto.

      Saludos muy cordiales desde el otro hemisferio en el que el agua gira al revés por el desagüe.

      Eliminar
    5. Hola otra vez, Esteban, leí tu respuesta en mi casilla de correo y no
      advertí que no había venido por aquí. Voy a ver con más detenimiento los
      enlaces que sugieres.
      Muchísimas gracias por tu dedicación al responderme
      Y, sí Coriolis hace de las suyas ¿no? ;)

      Eliminar
    6. Hola Paula:

      De nada, de verdad. Me gusta enseñar, mostrar... Algo de lo poco que sé; algo de lo que aprendí, bueno, bastante, con profundidad y amplitud aunque ni todo ni tanto como quisiera. Lo importante es que te resulte útil, si no ahora, algún día, de algún modo, ¿quién sabe?

      También me gusta aprender y acabas de enseñarme algo que no sabía, el nombre del efecto que te mencioné el otro día del agua girando al revés... Y, en realidad, no venía a cuento; lo dije porque se me pasó por la cabeza en ese momento. Coriolis, me gusta el nombre. Muchas gracias, Paula, todos aprendemos de todos si ponemos atención. Espero noticias de vos para cuando te sea posible y hayas visto los enlaces, ¡gracias!

      Por aquí el invierno está resultando suave y fácil de llevar. Disfruta del verano. Saludos.

      Eliminar