domingo, 17 de julio de 2011

Las raíces del miedo a conducir. A los otros (2ª parte de 2)

Creo que la perfección es como la felicidad, querer instalarnos en ella, obsesionarnos con ellas, nos impedirá salir de la torpeza y nos hará sentir desgraciados respectivamente. Son como pequeñas estrellas fugaces que durante un tiempo, generalmente corto pero con sabor a eterno, iluminan nuestras vidas de cuando en cuando  y compensan los días grises y las noches tenebrosas siendo un espléndido motor que nos dará empuje para pasar otros días y otras noches semejantes. Antonio Machado lo dejó perfectamente escrito: “Todo pasa y todo queda,/pero lo nuestro es pasar,...”. Así pues: ¡Ojo con las obsesiones!


Sagrado Corazón, Bilbao.

Llega un día en que uno es consciente de conocer -al menos suficientemente- la máquina que conduce y de poder desenvolverse con ella por cualquier carretera, al menos, a velocidades moderadas, sin tan siquiera explorar los límites legales de velocidad, o pocas veces, pero sin estorbar. Identifica en un primer golpe de vista el significado de cualquier señal y conoce perfectamente las normas, al menos, las esenciales para conducir. Sobre la normativa de tráfico, un apunte: Es imperativo tener un conocimiento profundo de las que son realmente necesarias para conducir, como ya dije, sí. Pero nunca conviene ser más papista que el Papa. Yo decía siempre a mis alumnos que si hay que elegir -y algunas veces hay que hacerlo- entre la norma y la salud... Pero tengo un buen amigo y colega -excelente profesional-, Julio Santamaría de Autoeskola EL PUERTO de Santurtzi, que lo dice mucho mejor: “Bueno, tampoco dejes que la norma te mate, eh”. 


Cuando tenemos un cierto dominio de nosotros mismos con respecto al automóvil y a la carretera, aparecen “los otros”. Y nos da pánico las locuras que puedan llegar a hacer. Los medios de comunicación y la DGT sólo nos muestran lo malo, enfocan y ponen en primer plano todo lo terrible y desenfocan y colocan al fondo del cuadro todo lo bueno, que es mucho más numeroso. 
Papá Estado no quiere que seamos felices y disfrutemos; hasta cuando tenemos un espléndido día de verano nos recuerdan que los cánceres de piel han aumentado en no sé qué altísimo porcentaje, que puede darte un “golpe de calor” (?), que tu playa soñada ha sido invadida por unos seres de macabro nombre y vecino apellido, por cierto, ¿esto no es xenofobia? Y hacen eso con todo, obsérvenlo, ¡con todo! Dicen nuestros gobiernos (encima tenemos unos cuantos) que lo hacen por nuestro bien, que quieren protegernos. ¡Mentira! ¿Acaso se creen que somos tan profundamente imbéciles? Obran así para hacer ostentación omnipresente de su poder despótico y tirano, que no autoridad, nos tratan como súbditos y ni siquiera son reyes ni estamos en la Edad Media, pero ya se sabe, el prefijo sub significa debajo de. Eso es lo que quieren que nunca olvidemos.

Ahí están: Los otros.
Los otros somos todos, conviene no olvidarlo y huir de manías persecutorias. Cuando en los clases prácticas un alumno despotricaba de qué hacía tal conductor y peatón poniéndole y/o poniéndose en peligro, yo les decía que da igual, que simplemente buscasen una solución al problema que planteaban. El tiempo que se pierde, porque pasa un tiempo, en pensar en porqué hacen eso los otros es tiempo que transcurre sin actuar nosotros, y puede ser vital. Es un tiempo precioso en el que se distrae nuestra mente e inhibe su concentración.
Tuve un excelente profesor, Robert Mckay, durante un seminario en Málaga hace unos pocos años que nos repetía un montón de veces: “No importa lo que los demás te hagan, sea lo que sea, sólo importa la decisión que tú tomes al respecto”.

Conduciendo, nuestras manos están en el volante y nuestros pies en los pedales, la máquina responde inmediata y eficazmente a nuestras órdenes. Para que estas sean correctas sólo hay que tener un conocimiento y entrenamiento suficiente con el vehículo y, siempre que lo manejemos y durante todo el tiempo que lo hagamos, mantener cuerpo, sentidos y mente en alerta. Para ello no es necesario que se nos acelere el pulso, esto se logra con anticipación, observando -cuanto más lejos mejor, y todo nuestro entorno- y pensando qué ocurre y puede ocurrir en cada tramo de carretera analizado. Así, muy difícilmente nos sorprenderá nada. Nos sentiremos seguros, sin pensar ni la más mínima fracción de segundo, en qué hace ése. Nos da igual, tendremos una solución para que el posible accidente -al menos con nosotros- sea imposible.
Normalmente, a Dios gracias, ninguno de los otros sale con su coche con idea de chocar o sacar de la carretera al primero que se encuentre, ni un peatón cruza mal la calzada porque desee ser atropellado. Los demás, como les he dicho infinidad de veces a mis alumnos, ni te conocen. ¿Por qué van a querer hacerte mal? Es cierto que muchas veces se equivocan, ¿y quién no? Y que otras muchas conducen distraídos. Mas si vamos atentos se puede prever casi todo y también es muy importante mantenerse alejados lo más posible del resto de vehículos. 

Gracias, Jonathan. ¡Gracias, hijo!

Hay también mucha leyenda, por ejemplo: De un tramo de travesía de Sestao, dicen muchas personas desde hace años que es muy fácil que cuando pasas por allí en coche alguien se tire a la calzada adrede para que le atropelles. He pasado por allí, miles de veces y a muy diversas horas y nunca he visto nada parecido. Sólo una tarde de verano de bochornoso calor, en esa zona, me encontré con dos niñas -de entre 5 y 7 años aproximadamente- vestidas de sevillanas y bailando flamenco en mitad del carril al salir de una curva. No creo que buscasen ser atropelladas; frenamos -iba dando clase-, nos desviamos un poco y seguimos. Hasta que las tuve a vista en el retrovisor, siguieron bailando. Nunca había imaginado una situación así, pero que me encontrase a alguien en mitad del morro del coche, sí, muchas veces. Que bailen o no, o se estén atando los zapatos me da igual, lo que sé muy bien es que no quiero tener un accidente.



Es fundamental hacer trabajar nuestra imaginación y utilizarla como un simulador (es el mejor). Hay que imaginar con la mayor concreción posible hipotéticas situaciones de peligro y darles soluciones sistemáticas, varias, si es posible, y empezando por la más fácil. Hacer estos ejercicios es gratis, hay que repetirlos hasta la saciedad, hasta que las respuestas correctas se graben en el subconsciente. Así actuaremos de forma inmediata, bien y sin perder ni la más mínima fracción de segundo en pensar ante el peligro que surja.




Conducir exige esfuerzo, trabajo y concentración máximas; en cuanto bajamos la guardia estamos cometiendo errores, sin importar lo expertos que seamos. Cuidado, los otros también somos nosotros.
Una vez leí que hace mejor su tarea un aprendiz atento que un sabio distraído.

Esteban

2 comentarios:

  1. Muy acertadas tus apreciaciones sobre los miedos a conducir. Yo ya he dado tres clases prácticas en la autoescuela para reaprender un poco el manejo del coche y me siento con más confianza, aunque aún hay errores que pulir y nervios que templar. Supongo que requiere tiempo (de práctica).
    En cuanto a "papá Estado", opino que busca más eludir responsabilidades a través de avisos y leyes de tal manera que, cuando algo ocurra, la responsabilidad pase a ser de la persona por no haber hecho caso de esos avisos y normas, medidas más "baratas" que otras más efectivas: formación, prevención, infraestructuras, etc.
    Saludotes,
    Ibon

    ResponderEliminar
  2. Para 2º comentario de Anónimo:

    Muchas gracias, Ibon.

    Me alegra que ya estés metido en faena y con las manos en la masa. Me gusta como piensas y te expresas, parece que estás bien encarrilado hacia tu objetivo y lo lograrás; seguro. No albergues duda alguna sobre tu capacidad para hacer lo que pretendes, por mal que te salgan las cosas o por torpe que puedas verte. Imagina; piénsate conduciendo, y bien; siéntete buen conductor.

    Requiere tiempo, como bien dices, pero ten muy en cuenta que éste es inversamente proporcional a tu trabajo y esfuerzo.

    Procura que las indicaciones que hoy te dé tu profesor o profesora no tenga que repetírtelas mañana. Toma apuntes, hazte esquemas, croquis... Seguramente tendrás un teléfono móvil con cámara y, seguramente, la persona que te enseñe no tenga inconveniente alguno en que hagas algunas fotos del salpicadero del coche, así, tendrás siempre a mano la ubicación de todos los mandos; ten en cuenta que debes de actuar sobre ellos sin quitar la vista de la carretera y sin que se produzcan variaciones de trayectoria o de velocidad, o que sean mínimas e inapreciables. Si tienes que preguntarle algo, hazlo antes de iniciar la marcha. En fin, espero que te sea de utilidad lo que te digo. ¡ÁNIMO!

    Un saludo muy cordial.

    Esteban

    ResponderEliminar