domingo, 30 de octubre de 2011

II SALÓN DEL AUTOMÓVIL DE ASTURIAS

Ya estamos en la semana en que se celebrará el II Salón del automóvil de Asturias, en plena cuenta atrás. Celebro ser modesto portavoz y partícipe del mismo, gracias a la invitación que me hizo D. Eduardo Manso, promotor del citado Salón que contactó conmigo casualmente durante los días de agosto en los que estuve en la Feria de Muestras de Asturias, en Gijón.

El mencionado Salón tendrá lugar los días 4, 5 y 6 del ya inminente mes de noviembre en el Pabellón de exposiciones y congresos de la Magdalena, en Avilés. El señor Manso, además, ha tenido la deferencia e iniciativa de organizar y llevar a cabo él mismo cuantas tareas han sido necesarias para que el abajo firmante pueda dar una charla durante el evento. La charla, si Dios quiere - no vaya a ser que me pase como al maño del chiste-, la daré el sábado día 5 a las 18:30 en un lugar ad hoc en el mismo pabellón y versará sobre el objeto de mi libro, Conducir sin miedo.


Durante los tres días que dura el Salón también estaré en un stand de cuerpo presente (pero muy vivo, si Dios quiere) mostrando y ofreciendo el fruto de mi trabajo a cuantas personas quieran verlo, hojearlo, leer algo... y, por supuesto, dispuesto a escuchar con sumo gusto a quien desee transmitirme sus inquietudes sobre este asunto de conducir automóviles



Vídeo edición 2010

Eduardo, muchas gracias por permitirme poner mi grano de arena en el II Segundo salón del automóvil de Asturias (Web). Me hace mucha ilusión, porque la gran afición al mundo del motor que ha habido y hay en Asturias se merece un evento de este tipo hace tiempo y brindo por su continuidad y hago votos para que en un futuro próximo tenga, al menos, la importante relevancia de sus homónimos de Barcelona y Madrid. También admiro tu valor, porque en estos tiempos en que arrecia tempestad y tantos pliegan velas y amarran sus barcos en puerto, tu sigues navegando y quizá salgas de la tormenta -ojalá-, los que se quedan en ella con sus naves cautivas, seguro que no.
Esteban

martes, 25 de octubre de 2011

ESPLÉNDIDO VÍDEO


He encontrado un espléndido vídeo, cuyo enlace copio a continuación, leyendo hace unos días en el blog de CISVIAL.




Esta breve y estupenda película, perfecto ejemplo de que menos es más, sencilla, hermosa y elegante, en absoluto morbosa, nos hace llegar un importante mensaje diáfano y profundo a través de la emoción: La vital importancia de utilizar, siempre y todos, el cinturón de seguridad.
La película está grabada -o reproducida- a cámara lenta y enseña nítidamente otra cosa: el accidente se produce por una falta de atención del conductor. Volveré a repetirlo: el accidente se produce por una falta de atención del conductor. Cronómetro en mano, he medido el tiempo de la distracción: 4,3 segundos. Por favor, piense...
Por favor, la próxima vez que se siente al volante de un coche ponga toda su capacidad de atención, esfuerzo y trabajo en conducir lo mejor que sepa y pueda. Nada más, gracias.
Esteban

domingo, 23 de octubre de 2011

VISITA A CISVIAL


CISVIAL es el nombre de la empresa que gestiona el primer y único circuito para automóviles que hay en Asturias y no puedo por menos que celebrar su existencia. Que yo sepa, al norte de Madrid, si exceptuamos Cataluña, el circuito de Navarra y el de Alcañiz (Teruel) -estos dos últimos también de reciente construcción-, no hay ningún otro.

En Asturias se echaba de menos desde hace muchos años -hay una gran afición por aquellos lares, de siempre-, así que cuantos descubrimos música en el sonido de algunos motores y además llevamos alguna gotina de gasolina en la sangre estamos de enhorabuena, y por partida doble, si también el azar quiso que fuésemos criados por aquella tierra. 
Fuente: www.cisvial.es
El objetivo principal de este circuito es elevar el nivel de conducción de cuantas personas lo deseen, ya sea participando como miembros de grupos de empresas o individualmente, con todo tipo de automóviles: motos, turismos, autobuses, camiones -incluso articulados- y, si no me equivoco, hasta quads, esos peligrosos juguetes con los que resulta tan fácil engañarse. Sin perjuicio, imagino, supongo y espero de que también se pueda dedicar a fines deportivos y de puro disfrute de la velocidad, por muy “políticamente incorrecto” que suene expresar este deseo. Claro que el fin pedagógico trae de la mano un aspecto lúdico nada desdeñable; vamos, que uno aprende, disfruta y se divierte a un tiempo.
El día 26 del pasado mes de septiembre,visité el circuito a instancia y por mediación de D. Eduardo Manso, promotor del Salón del Automóvil de Asturias cuya segunda edición se celebrará los próximos días 4, 5 y 6 de noviembre y, al que desde aquí, aprovecho para expresarle mi gratitud por su interés en mi participación en el mismo y por darme, además y por iniciativa suya, la oportunidad de dar una charla. Gracias, Eduardo.
Ese día, muy amablemente y sin prisa me atendió el Sr. Jorge. Charlamos antes y durante la visita guiada al circuito en la que él mismo hizo de chófer y de cicerone. El circuito me gustó mucho, creo que es perfecto, al menos, desde el punto de vista de su utilidad para desarrollar en él cursos de perfeccionamiento de la conducción; en cuanto me sea posible participaré en uno de ellos y contaré aquí mis impresiones, lo prometo.
Fuente: www.cisvial.es
Es cierto que no he tenido oportunidad de conocer muchos circuitos (Can Padró, con Salvador Cañellas como maestro, todo un honor; Jarama y Montmeló) pero este me pareció perfecto, francamente. Dispone de lugares donde surgen obstáculos del asfalto de imprevisto, plataformas hidráulicas que aplican fuerzas transversales sobre el eje trasero con el coche en marcha... Se pueden simular y entrenar casi todo tipo de situaciones límite. 
El circuito está situado a tres kilómetros de Sama de Langreo (“capital” de la cuenca minera del Nalón) carretera a Mieres (“capital” de la cuenca minera del Caudal), prácticamente en el centro de Asturias, a escasa media hora en coche de Gijón u Oviedo y también muy accesible si se viene desde León. Damas y caballeros que pueblen tierra astur, cántabra, gallega, leonesa, castellana, vasca... ¡Anímense! Y aunque habiten en tierras más lejanas, porque no se arrepentirán de combinar unos días de sana diversión y vital aprendizaje; además, como dice Víctor Manuel en una de sus viejas canciones: “Traspasando el umbral estáis en vuestra casa”.
Bien puede parecer, a tenor del folclórico entusiasmo con el que me ha brotado el párrafo anterior, que soy accionista mayoritario de CISVIAL. Pues no, no tengo acciones en ninguna parte, mi único capital es el trabajo, y mi suerte, que me gusta mucho lo que hago. Pero ya en mi libro recomiendo vivamente los cursos de perfeccionamiento de la conducción, son... convenientemente imprescindibles. La Dirección General de Tráfico (DGT), que con tanto celo aparenta preocuparse por nuestra seguridad, evita comprobar, sin embargo, que seamos capaces de hacer una frenada de emergencia antes de darnos el permiso para conducir, a sabiendas, de que algunas veces la tendremos que hacer; a sabiendas, de que casi siempre (por no decir siempre) no saber hacerla nos costará un accidente. Curiosa forma de cuidarnos. Bien, pues solamente por aprender a hacer una frenada de emergencia está más que justificada la inversión y participación en uno de estos cursos, ya sea en Asturias o en Algeciras, por citar dos puntos muy próximos entre sí, doblando el mapa.
¡Por fin, un Porsche por este sitio!
Aunque me temo que no será vehículo de prácticas.
Fuente: www.cisvial.es
Con todo, es muy importante tener en cuenta, que por muchos cursos que hagamos, si no realizamos el esfuerzo de mentalizarnos, imaginándonos hasta la saciedad llevando a cabo la acción o acciones concretas que requieren la solución de un determinado problema, de poco o nada nos servirán. Darse cuenta y practicar esto, es condición sine qua non para nuestra seguridad. Es fundamental, ¡y gratis!
Otra ventaja muy importante de este tipo de cursos: Vamos a darnos cuenta -sin ninguna duda y sin riesgo alguno- de las limitaciones de la máquina y de las nuestras, porque las vamos a vivir en carne propia, literalmente, las sentiremos en nuestra piel, en nuestros músculos (y tienen memoria, en serio). Esto, por sí solo, nos da un plus de seguridad muy notable cada vez que cogemos el coche. De este tipo de circuitos, debería haber uno en cada provincia.
Esteban

viernes, 14 de octubre de 2011

EMOCIONANTE ANGLOFILIA EN GIJÓN (ASTURIAS)

Lo vi por primera vez el pasado mes de mayo, iba en coche hacia el lugar donde se celebra la Feria de Muestras de Asturias, en Gijón, pasando por el campo de fútbol de El Molinón, margen izquierda del río Piles que desemboca en el extremo este de la playa de San Lorenzo.
Muy próximo a mi destino, la calle que me lleva a él va paralela y muy cerca del río, viéndose claramente que hay que pasar un puente para cambiar de margen y llegar a la Feria. La calle desde la que se accede al puente tiene un solo sentido y dos carriles, el izquierdo lleva al puente y está bien indicado, en ligera subida se ve una isleta que corta el carril antes de lo esperado y que obliga a entrar por el lado izquierdo. En un principio, pensé que el puente sería de un solo sentido, pero antes de entrar, veo que no. Me sorprende, disminuyo la velocidad, repaso las marcas viales, compruebo si voy bien... Y, sí, voy bien, pero bajo un poco más la velocidad, estiro el cuello y levanto la vista tanto como puedo comprobando que no me voy a encontrar a nadie de frente. No hay nadie, detrás tampoco, así que aprovecho a ir despacio observándolo bien todo. Durante un puñado de segundos parece que estoy en Inglaterra, en el mismo tiempo hago España - Inglaterra - España, teletransporte. ¡Qué bien!

El día era soleado y el tráfico muy escaso, el riesgo, en ese momento, prácticamente nulo. Uno se puede permitir el chiste y la risa; pero de noche, con lluvia y tráfico ya no tiene cabida el humor, puede ser demasiado emocionante.
El susodicho puente
Hay un artículo en la Ley de Tráfico que otorga a los ayuntamientos libertad plena para ordenar la circulación de vehículos dentro de sus términos municipales como mejor convenga, y es lógico; pero sin contravenir dicha Ley, también es lógico. Escribo de memoria y, francamente, en este momento, no sé si ese artículo habrá sido modificado o derogado porque en este país las leyes cambian más que una veleta en un día de galerna, desgraciadamente, sin necesidad y sin causa la mayor parte de las veces. Así pues, tengo serias dudas de que en el lugar del que hablo, la ordenación del tráfico se ajuste a derecho, y más aún, de que no pueda hacerse de otro modo para que no genere duda, incertidumbre, angustia, zozobra... ¡Y peligro! Cosas que, seguro, provocará el paso por ese lugar a cualquier conductor que no lo conozca como la palma de su mano.
Pocos días después de pasar por primera vez por el lugar descrito, lo hice acompañado por mi hijo Jonathan. Conducía yo, no le advertí de que íbamos a ser “teletransportados”, no es tan buen conductor como persona, mas conduce muy bien. En cuanto vio que enfilaba el morro del coche al sentido contrario, sin perder el control, se sobresaltó y me avisó de inmediato, “eh, eh, que vas mal, vas al revés”; le tranquilicé de inmediato, le dije que mirase bien y todo se aclaró, pero durante unos segundos, seguro que creyó -preocupado- que yo debería pensar seriamente en dejar de conducir. 
Llevo más de tres millones de kilómetros a mis espaldas, en todo tipo de circunstancias y con todo tipo de vehículos -incluida la bici-, es difícil, muy difícil que pueda perder el control de mí mismo y del vehículo que maneje -mas no imposible, claro-, pero una persona que está empezando a conducir, o que conduce muy poco, en una situación como la descrita, ¿qué hará?

Otra vista del puente
El lugar del que hablo tiene muy poco tráfico, normalmente; la velocidad de paso es baja, el puente es corto, tiene un pequeño cambio de rasante y las curvas de entrada y salida son a 90º, pero durante los dieciséis días que estuvo abierta la Feria de Muestras este mes de agosto, el tráfico de personas y vehículos fue muy intenso. Durante esos días, pasé por allí en todos ellos, algunos, hasta dos veces, sorprendentemente, sólo en tres ocasiones vi circular a un coche por el carril que no debía -en los tres casos, los conductores eran hombres mayores con coches viejos y en aparente buen estado-, afortunadamente, en ningún caso pasó nada, sólo molestias, la policía municipal estaba próxima y a la vista, siempre, pero nunca les vi llevar a cabo ninguna actuación concreta, ni a priori ni a posteriori, para reforzar la seguridad del extraño tramo inglés.
De acuerdo, España es diferente. Demasiado. Y, dentro de España, parece que nos hace muy felices distinguirnos al máximo hasta del vecino más próximo. En el norte, es conocido un... no sé si notable, pero, desde luego, sí significativo gusto por las costumbres y la cultura británicas, lo he percibido siempre en Gijón, Bilbao y Santander; y lo comparto, mas tampoco hay que exagerar.
Esteban

sábado, 8 de octubre de 2011

NADA DIFÍCIL

El pasado 18 de septiembre, ocurrió un suceso en Baracaldo (Vizcaya) que pudo verse en el telediario, también, sino en todos,  en unos cuantos periódicos y en Internet. A continuación, pongo el enlace de vídeo que publicó el diario El Correo en su edición digital para ilustrar esta entrada en la que sostengo, que  el mencionado suceso, contrariamente a lo que en un principio pueda parecer, es fácil que se vuelva a reproducir o se asemeje mucho a él, tal como indico en el título.
Efectivamente, la mayoría de las personas, conductoras o no, “expertas” o novatas, creen  que un hecho semejante sólo puede darse si la persona que conduce el vehículo en cuestión lo hace afectada por una ingesta notable de alcohol y/o drogas, o, porque sufriese algún grave y repentino malestar, y, siempre, combinando cualquiera de estos factores -o todos ellos- con una velocidad claramente excesiva e inadecuada.
Pues bien, creo que es muy importante saber y tener en cuenta que, sin necesidad de que concurran ninguno de los factores mencionados, es perfectamente factible que se den accidentes semejantes al citado. Parece increíble, lo sé y lo entiendo, porque a mí me  parecería igual de inverosímil que a usted sino fuera por el oficio al que me dedico, en el que he visto hacer cosas a alumnos que, si alguien me las hubiese comentado antes, le hubiese jurado que eran imposibles y, después de verlas, me confieso incapaz de repetirlas a posta. Vamos, como dicen en Galicia: “Eu non creo nas meigas, mais habelas, hainas”.
Para acabar dentro de la fuente, superando desniveles y pequeños muros, basta, por ejemplo, con que se tropiece con una rueda en un bordillo (en realidad, la rueda golpea violentamente con él), el coche haga un movimiento súbito y extraño (si es una rueda delantera la que choca también se moverá el volante algo y bruscamente), la persona que conduce sufra, también súbitamente, pánico y su pie derecho se hunda pisando el acelerador. De inmediato, el pánico se multiplica y la pérdida de control del vehículo es total e irrecuperable. Se queda totalmente a merced de las leyes de la física, el accidente absolutamente garantizado y sus consecuencias en una cuestión de puro azar.

La glorieta del vídeo. 
No hay límite específico de velocidad, ni hace falta.
Se pasa bien entre 15 - 25 km/h.

Todo lo dicho, puede darse aunque la persona que conduce lo haga a velocidad perfectamente adecuada, no supere ningún límite e incluso aunque vaya despacio. Conduzca, además, sobria, fresca, sana... No lleve un coche deportivo, el del vídeo no lo es, y además es viejo... Basta con un pequeño despiste que implique una ligera pérdida de trayectoria que, a su vez, lleve a una rueda contra un bordillo y que el pie derecho esté en el mismo plano que el pedal del acelerador, aunque no lo pise; lo hará a fondo en cuanto se asuste lo bastante. 
Todos los que nos dedicamos a enseñar a conducir hemos sido y somos testigos en múltiples ocasiones de cómo un alumno cuando, ante una determinada situación que le lleva a perder el  control y a ser invadido por el pánico, pisa el acelerador literalmente a fondo durante unos cuantos segundos aunque el coche ya esté detenido porque hemos pisado el freno, generalmente también a fondo, en nuestro doble mando.
La distracción, puede venir de mil cosas: atender un instante más de la cuenta a una señal, a otro vehículo, a un peatón, cambiar la emisora de radio o el CD, echar un trago de agua; el gesto, que normalmente hacemos si oímos una llamada o mensaje en el teléfono -aún sin tocarlo-; recolocarnos en el asiento o algún espejo y un muy largo etcétera. Claro que tampoco es necesario hacer nada para ir distraídos, podemos dejar que la mente abandone la concentración y la tarea de conducir por alguna preocupación... O nos hemos ido a Babia y estamos tan a gusto, como reyes.

Este tipo de accidentes es bastante más habitual de lo que parece. En otras ocasiones, se manifiesta chocando contra automóviles estacionados, farolas, semáforos... invadiendo aceras -y a veces atropellando a peatones en ellas-, empotrando el coche en una fachada, cuando no en un escaparate y entrando con él en el comercio correspondiente, etcétera. La raíz que los causa es la misma, básicamente, que quien conduce no es suficientemente consciente de lo que lleva entre manos. Pocas personas, muy pocas, se hacen idea de la cantidad de energía que puede liberar un turismo, incluso, insisto, a muy baja velocidad.

Txurdinaga, Bilbao.
En 1986 pude ver a un R5 TL subirse entero a esta mediana y quedarse encima.
Circulaba muy despacio, yo iba dando clase y le habíamos adelantado.

Evitar estos accidentes, sin embargo, está al alcance de cualquiera. Basta hacer dos cosas: Primero mentalizarse, darse cuenta de qué puede pasar si se cometen ciertos pequeños errores a los que muchas veces no se les da ninguna importancia; evitar pensar que ciertas cosas sólo les pasan a los demás y autoconvencerse de que conducir exige una atención muy alta y permanente durante todo el tiempo que se conduce.
Segunda, siempre que no se esté pisando el pedal del acelerador colocar el pie derecho encima del pedal del freno, aunque sea un instante y al siguiente se tenga que volver a acelerar. Desarrollar este hábito, por sí solo, evita muchos accidentes porque, en el peor de los casos y aunque cunda el pánico, se frena. Esto, y más, me lo enseñó el profesor que en su día tuve en la autoescuela y lamento no recordar su nombre -tampoco me volví a encontrar con él- pero, como siempre le estuve agradecido y como nunca se sabe, por si acaso, que conste aquí mi gratitud.
Este profesor me repetía: “Siempre que no tengas que pisar el acelerador, pon el pie encima del pedal del freno porque, si no tienes que acelerar, quizá tengas que frenar y así ya estás preparado”.
Esteban