jueves, 31 de enero de 2013

PRUEBA DE UN COCHE MUY ESPECIAL (1)

Cambiando los números estaríamos en el día de la prueba: día de San Hilario, 13 de enero de 2013, domingo. Quedamos a las 11 de la mañana en un bonito y pequeño pueblo de Vizcaya, próximo a Basauri y muy cerca de Arrigorriaga, llamado Zaratamo que viene a estar en la cumbre de un pequeño monte.

Excelente medio para mejor fin. Muy real.
El día estaba desapacible, típico de invierno por estos pagos: frío (entre 5 y 7 grados de temperatura), lluvioso, y con cielo totalmente cubierto. A raíz de la entrevista en OYE RADIO BASAURI, José Mari Andrés Martikorena (Director de Escuelas & Soluciones Adaptadas IRRINTZI) me había invitado a conducir su coche con joystick, lo que acepté tan encantado como agradecido. Desde luego el coche es muy especial, sin duda, el automóvil más singular que he conducido nunca; y en cuanto a turismos, también el más caro. Si tuviese un amigo rico que albergase en su garaje una buena representación de coches deportivos como algún Aston Martin, Ferrari, Porsche... Aceptaría de mil amores que, al menos, de vez en cuando, me dejase cada uno de ellos durante una semana con visita a un circuito incluida, claro. Pero en realidad, aunque la comparación sea completamente heterogénea, el coche de José Mari es más peculiar, eso sí, con una relación precio prestaciones muy desfavorable. Éstas últimas, naturalmente, están a años luz de las de cualquier deportivo, sin embargo el precio no es tan dispar, por lo que cuesta éste KIA bien se puede comprar -y sobraría dinero- cualquiera de los prestigiosos coches citados, de segunda mano, sí, pero con pocos kilómetros y años y en buen estado; más o menos, casi (o sin “casi”) seminuevos. Mas este Kia monovolumen puede ser conducido por una persona que carezca de brazos, por ejemplo, abriendo ante sí un enorme horizonte de libertad, autonomía y capacidad de movimiento que le franquea la puerta de una auténtica nueva dimensión. Los otros no. 

Aston Martin DB9
Un espejismo, más que otra cosa.
Llegué a Zaratamo unos cinco minutos antes de las 11 y José Mari ya estaba en una pequeña zona de aparcamiento, muy tranquila, cerca de la iglesia y preparando el coche. En realidad, el coche en sí no tiene mayor importancia, podrían servir muchos modelos de muy distintas marcas, pero un monovolumen es ideal porque permite acceder al interior del mismo en silla de ruedas y dentro del vehículo cambiar al asiento del conductor (hacer la transferencia), o no, porque en este coche de la autoescuela IRRINTZI se puede anclar la propia silla de ruedas al puesto de conducción de un modo seguro y eficaz. Desde luego, para conducir es mejor emplear el asiento que trae el propio coche de serie porque ofrece un plus de confort y seguridad al que no llega la silla de ruedas, no obstante, en recorridos cortos la silla anclada es suficientemente segura y evita las transferencias aportando mayor comodidad y agilidad en este sentido.

La caja de cambios automática es imperativa, y en mi opinión, un buen motor turbo diésel también, porque da una cifra de par más alta y constante en un mayor abanico de revoluciones haciendo el motor más elástico y disponiendo de bastante más autonomía que con un motor de gasolina. Cuantas menos veces se necesite parar a repostar, mejor. Y si siempre es importante que motor y cambio hagan un buen maridaje, en este tipo de utilización del vehículo aún lo es mucho más.

Al fondo asiento del conductor
con desplazamiento eléctrico hasta esa posición.
No es mi intención hacer aquí un detallado relato de todas las modificaciones que tiene este coche, son muchísimas, sería muy largo y creo que bastante tedioso. Se puede afirmar que tiene de todo, todo lo que permita conducirlo a una persona siempre que sea físicamente posible, situando ese “posible” en una lejana y fina línea divisoria con lo que ya no lo es. El abanico de limitaciones físicas que se pueden sufrir sin impedirnos conducir es amplísimo. Y conviene recordar siempre que nadie estamos libres de padecerlas. Hasta hace poco, por ejemplo, yo no imaginaba que se pudiese conducir sólo con los pies por carecer de brazos o no poder utilizarlos. ¡Y se puede!

Todas estas modificaciones, además, se adaptan al milímetro a las necesidades de cada persona, literalmente. Y las más importantes, las que ayudan en los casos más graves, tienen su génesis en una fina observación ejercida durante muchos años por José Mari en las necesidades de sus alumnos. Creo que es aquí donde radica su mérito. Dicen en Estados Unidos que nunca se debe juzgar a un hombre sin haber andado diez millas en sus zapatos; José Mari se calza los zapatos de sus alumnos y anda miles de millas, también literalmente, sin juzgar a nadie, para ver cómo ampliar los “imposibles” límites de libertad de movimiento que tienen, porque una vez que identifica el problema, primero busca la solución en su cabeza, y después investiga, estudia, pregunta, viaja... hasta que encuentra dónde y quién la puede materializar. Cuando logra resolver la parte técnica del asunto, todavía le espera el aspecto legal -generalmente más arduo que el anterior-, hay que homologar hasta el último tornillo, pasar ITV, visitar el INTA, conseguir permisos, luchar contra los gigantes en que se han convertido los molinos de viento; cambiar una norma, porque él ha ido más allá y es necesario. A veces, es un signo de puntuación en un pequeño párrafo lo que puede impedir lograr un sueño. ¡Esto ha pasado y él logró el cambio!

El asiento del fondo de puede sustituir por la silla de ruedas.
Del lateral derecho del coche se extrae una rampa que permite entrar y salir con silla de ruedas, pero además, se puede bajar la carrocería por ese lado -como se puede ver en muchos autobuses-; cuando José Mari me lo mostró, le pregunté qué necesidad había, ya que estaba la rampa, entonces me contestó que los bordillos de las aceras no tienen todos la misma altura. Elemental. Y añadió, que no nos damos cuenta de que muchas cosas, que para nosotros no tienen ninguna dificultad, que nos parecen ínfimas -y cuando alguien nos las hace ver-, para una persona discapacitada puede ser una barrera infranqueable. El coche dispone de dispositivos mecánicos y electrónicos que se pueden colocar en cualquier parte; todas la puertas, ventanillas, rampas, inclinación de la carrocería... se pueden mover con un mando a distancia, el coche está lleno de servos y motores eléctricos, todo está construido y pensado para que si falla de una manera pueda funcionar de otra; intermitentes, luces, limpiaparabrisas, bocina... se pueden manejar con un mismo mando sobre el que se puede actuar con el dedo de un pie, la nariz, la oreja... Sobre muchos mandos, se puede regular a voluntad la cantidad de fuerza que debemos ejercer sobre ellos para que actúen. 

Puesto de mando. Permite muchísimas combinaciones perfectamente adaptadas a cada cual.
En realidad,  José Mari viene a ser un sastre que trabaja a medida
con electrónica y acero en lugar de hilos y telas.
En la parte “autoescuela”, el coche cuenta con doble mando convencional, puramente mecánico, y, sorprendentemente con tres pedales (es automático), al principio no me di cuenta -tan acostumbrado estoy- pero cuando caí en ello, le pregunté: ¿Por qué tres pedales? Entonces me dijo que el de más a la izquierda servía para anular los míos (en realidad viene a ser un tipo de embrague pero sin ninguna relación con el cambio de marchas), también cuenta con una especie de caja provista con dos joysticks que es un doble mando electrónico que anula la acción que yo ejerza sobre los míos. Y esto tan solo es una breve síntesis de todas la posibilidades que hay. Mejor pasamos a la prueba.

Esteban

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