domingo, 18 de agosto de 2013

REVENTÓN AJENO

Hace menos de un mes, he sido testigo de un incidente en la carretera que es equivalente a ver de cerca la explosión de una pequeña bomba. Quizá se trate de un hecho puramente fortuito y sumamente improbable o, tal vez, sea indicio de una tendencia que, poco a poco, vaya haciendo menos difícil que se vuelva a repetir. No lo sé, pero aunque pienso que nunca llegará a producirse de un modo especialmente significativo, por lo que tiene de sorprendente y el alto riesgo de accidente que implica, creo que bien merece la pena que lo cuente y comente.

Ni el mismo lugar ni el mismo camión, pero la foto es hermosa y sirve para ilustrar el tema.
Fuente: www.recacor.es
Ocurrió en la A-8 sentido Oviedo, muy cerca de la salida que lleva a Llanes, poco antes de retomar la autopista que se había acabado en Unquera. Tuve a la vista dos camiones, un trailer (o vehículo articulado, como prefieran) y delante de él uno rígido y grande, ya estaba incorporado por completo a este tramo de la A-8 que, en este lugar, tiene una suave pendiente ascendente, seguida de un suave descenso tras una curva a izquierda muy poco pronunciada y con perfecta visibilidad

Era de día, y lucía espléndido, 24º C de temperatura en el aire, asfalto seco y en buen estado, pues ese tramo es de reciente construcción. Los dos camiones circulaban por el carril de la derecha con buena distancia de seguridad aunque era previsible que el segundo adelantase al primero aprovechando la suave bajada ya que iba algo más rápido que él y, aparentemente, vacío. Si no fuese porque pensaba entrar en Llanes, hubiese intentado adelantar a los dos camiones más o menos en la curva, ya que era hacia la izquierda y así aprovecho para trazar al mismo tiempo que evito hacer esperar al segundo camión cuando su conductor iniciase el adelantamiento al primero. Pero pensaba tomar la salida de Llanes, muy próxima, y decidí no adelantar mientras me acercaba poco a poco a los camiones y llegaba suavemente a 100 ó 110 km/h.

Íbamos así los tres vehículos con poco tráfico detrás y distancias amplias entre todos cuando, de pronto, vi una polvareda vertical por delante del camión que me precedía y que superaba su altura, inmediatamente después, saltaban trozos de neumático de respetable tamaño que caían en el carril izquierdo y quizá también alguno en el mismo carril del sentido contrario y en la mediana. Miré atrás, bajé velocidad (sin necesidad de frenar mucho ni fuerte), puse las luces de emergencia y, como el camión que llevaba delante me desplacé progresivamente hacia la izquierda. Al aumentar aún más la distancia de seguridad que tenía con él, me aseguraba margen para esquivar los trozos de neumático que a buen seguro me encontraría, mas hubo suerte, apenas tuve que desplazarme, todos coincidieron prácticamente fuera de la trayectoria lógica del carril.

Muy cerca de Llovio (Asturias). El primer incidente sucedió unos 28 km antes de este lugar.
Fuente: www.skyscrapercity.com
El camión que sufrió el incidente -parecía uno de tantos que trabajan en la construcción de la autopista entre Unquera y San Roque- acababa de detenerse bien arrimado a la derecha pero en ese lugar el arcén es pequeño y ocupaba buena parte del carril, antes de llegar a su altura, pude ver que la rueda reventada era la gemela exterior izquierda del último de sus tres ejes y la llanta estaba prácticamente limpia. Me parece importante aclarar ese “pude ver”; por supuesto, fue sin intención, simplemente la imagen entró en mi campo visual. Nunca miro qué pasó, cómo quedó... No me mueve ninguna curiosidad morbosa, porque, aunque hasta cierto punto, es algo instintivo y natural, mi instinto de conservación es más fuerte y ante una situación crítica el objetivo número uno es salir con bien de la misma, o con el menor daño posible. Dejarnos llevar por la curiosidad aumenta, y mucho, el riesgo de accidente, por sí solo. Así pues, lo primero, siempre, es salvar la situación poniendo toda nuestra atención y esfuerzo en el empeño. Lo cual no impide, que nada más lograr ese objetivo, ante la más mínima duda sobre si puede ser necesaria nuestra ayuda, la prestemos, naturalmente. En el caso que estoy contando, de ser necesario (que no lo fue, además, pude ver en el espejo al chofer del camión bajando de la cabina con el chaleco puesto), me hubiese detenido en el borde derecho nada más rebasar al camión y frenando fuerte después de haber dejado el carril izquierdo y parte del derecho completamente libre.

Bufones en la costa de Llanes (Asturias).
Aquí la canícula no es ardiente y el verano resulta muy agradable.
Fuente: www.dellanes.es
Bien, este es un caso, pero es que hace tan solo unos meses (sería en el mes de febrero o marzo a lo sumo), en la misma autopista, en sentido Bilbao, a la altura de Noja (provincia de Santander), al atardecer, con asfalto también seco, en una zona con tres carriles, llana, en curva también a la izquierda (fácil, pero más pronunciada que en el caso anterior) y tráfico muy fluido, circulaba a unos 140 km/h por el carril izquierdo -adelantaba a un turismo que iba por el central-, cuando a un camión que iba más adelante por el carril derecho también le reventó una rueda gemela del lado izquierdo de uno de los dos ejes traseros, era un trailer e iba cargado. Como en el caso anterior, se levantó una polvareda vertical de súbito al tiempo que salían lanzados por el aire y hacia la izquierda los trozos de neumático; pude frenar lo suficiente, hasta ver dónde “aterrizaba la metralla” y seguir ruta comprobando que el chófer del camión no perdió el control y se orillaba bien a la derecha en un arcén, aquí sí, bastante grande. Agradecí la suerte que tuve de no estar al lado en ese momento, pues desde luego, tenía decidido adelantarle, aunque por el mismo carril en el que iba pues no tenía a nadie detrás y, eso sí, aquí tenía más espacio, entre el camión y yo, hubiese quedado un carril libre.

Este último incidente lo di por un hecho absolutamente fortuito, pues en toda mi vida y con más de tres millones de kilómetros recorridos, era la cuarta vez que veía reventar la rueda de un camión en marcha, habiendo sido las tres anteriores muy distanciadas en el tiempo. Dos de ellas las vi de refilón en la calzada del sentido contrario de una autopista, la otra fue dando clase, y la contaré en una próxima entrada. En más ocasiones, no sabría decir cuántas pero tampoco demasiadas, sí me encontré con restos de neumáticos reventados y camiones detenidos cambiando la rueda, pero en un periodo tan corto (5 ó 6 meses) dos casos similares me parece mucha casualidad (de ahí que hablase en el primer párrafo de tendencia), máxime, cuando desde hace ya unos años, en esta ruta que conozco como la palma de mi mano ha disminuido de forma muy notable el tránsito de camiones, debido, sin duda, a la crisis. 

Playa de Noja (Cantabria).
El verano también presenta aquí su cara más amable.
Fuente: www.ojodigital.com
La crisis... Tal vez, sea uno de los factores que hayan dado lugar a estos últimos reventones. Esto es pura especulación, claro. Pero, para mí, que tiene algo que ver. No me parece nada raro que algunas de las personas responsables del mantenimiento de camiones y autobuses pretendan estirar la vida útil de los neumáticos más allá de lo razonable. En mayor o menor medida, esto ha sucedido siempre, pero tal vez ahora se den más casos y se arriesgue más; supongo que con bastante más probabilidad en camiones que en autobuses, después de todo, aquellos llevan más ruedas, todas no son igual de importantes, pero todas cuestan bastante dinero. Creo que es muy conveniente pensar en estas cosas y tenerlas en cuenta cuando conducimos; una razón más para evitar ir en “pelotón”, siempre que podamos, mantener márgenes amplios con los demás siempre es un factor de seguridad, nos hace mucho menos dependientes de los errores ajenos y nos da muchas más posibilidades de actuar con éxito si se producen, evitando accidentes y sustos.

Intentar ahorrar más de lo razonable en el mantenimiento de los automóviles es algo que también hacen muchos conductores de turismos, seguramente en una proporción bastante mayor que en los vehículos grandes. Es un factor de riesgo más importante de lo que parece y con el que debemos contar. Desde luego, el reventón de una rueda en un coche es mucho menos espectacular que en un camión, lo más probable, es que hasta pase desapercibido, yo nunca he visto que la rueda de un coche saltase en pedazos, y me han reventado algunas, se rompen, pero siguen enteras y en su sitio. Sin embargo, puede suponer un riesgo importante por la pérdida de control del vehículo si está muy cerca de nosotros. Esa posible pérdida de control, salvo muy, muy raras excepciones, viene dada porque el conductor sobreactúa llevado por el pánico, sin olvidar que, en principio, no es un conductor profesional. Pero, aun sin que reviente ninguna rueda, andar con ellas en mal estado, con presiones inadecuadas, muy poco dibujo, deformadas y agrietadas, hará que sea más probable derrapar, perder tracción, perder trayectoria, invadir el sentido contrario; alarga considerablemente la distancia de frenado, la hace más inestable, menos eficaz y errático el funcionamiento del ABS y de los controles de estabilidad... Es un fuente de peligros y problemas, incluso con asfalto en buen estado y seco, en mojado ya ni hablamos. 

No es lo mismo, en la carretera es peor. Pero ilustra bien el asunto.
Fuente: www.cantabriaimparcial.com
Que un coche sea viejo, no significa que deba estar en mal estado, al menos, los elementos básicos de seguridad: dirección, suspensión, frenos, luces y ruedas deben mantenerse siempre en buen estado y perfectamente operativos. He oído muchas veces, que total, qué más da, si cambiar las ruedas, por ejemplo, cuesta más de lo que vale el coche; y así es, muchas veces, pero es tú coche, es lo que tienes, básicamente te hace el mismo servicio que el coche más caro del mundo, y tú, tu familia y tus amigos vais en él, esto es lo que suelo responder. Por otra parte, todos sabemos que, a veces, lo barato y algunos tipos de ahorro, salen muy caros; tanto, que a veces, los daños que generan no hay dinero en el mundo que los pague.

Esteban

8 comentarios:

  1. Me ha gustado este apunte, creo que es bastante constructivo, sin perder la calma se puede solventar la situación, estar atento al campo de visión y no estar pendiente del que habrá pasado mirando hacia atrás..... Lo recordaré para posibles situaciones!!! Aunque personalmente cuesta tanto mantener la calma. Gracias por la lección!!!!!!!

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    1. Muchas gracias, Louise. También agradezco mucho tu visita.

      ¿Cuesta tanto mantener la calma? Seguramente, pero no importa. Verás, creo, que si nos mentalizamos bien, utilizamos nuestra imaginación, nos esforzamos en prever cosas que podrían pasar y buscamos soluciones, en la carretera y fuera de ella, lograremos actuar bien a pesar del miedo, el pánico y la falta de calma. Vamos, estoy convencido. Es aplicarnos a nosotros mismos, más o menos, la base de la disciplina militar que durante siglos aplican todos los ejércitos del mundo y, que por desgracia, tan buenos resultados ha dado. Cuando el cerebro desarrolla el hábito, quizá no siempre ni del todo se elimine el miedo, pero como te dije, actuaremos bien. Y la calma llega.

      También te diré una cosa, que si tienes ocasión, podrás comprobar tú misma: los que vivimos en la carretera, normalmente, solemos ser personas muy tranquilas con una gran facilidad para, sin propósito, poner de los nervios a otras. Tal vez haya alguna predisposición genética, no lo sé, o sea cuestión del famoso principio de que la función crea el órgano, pero generalmente es así.

      ¡¡¡Saludos!!!

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  2. Pues creo que actualmente estas situaciones se van a dar más. Es verano. El asfalto está muy caliente y cada vez más el mantenimiento del coche es algo... que se reduce a una visita anual al taller oficial y a pasar la ITV.

    La presión de las ruedas se nota mucho. Al menos yo la noto mucho. Hay un punto en que dan su comportamiento óptimo, fuera de allí el agarre es diferente. Que un coche sea sencillo no quiere decir que no sea seguro. Si uno lo lleva 'a punto', lo conoce y se preocupa de conducir bien no veo problema especial.

    Saludos!

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    1. Tu razonamiento me parece muy acertado, Elisa. Es más, yo soy algo más pesimista, creo que va en aumento el número de automóviles que ni siquiera pasan por el taller ni por la ITV; cada vez hay más sin seguro, personas que pierden todos los puntos y siguen conduciendo sin hacer el curso, se gasta menos en el mantenimiento de las carreteras... Se degrada todo. Pero si se tiene en cuenta lo que dices al final, efectivamente, no tiene porqué haber ningún problema. Bueno, sí, cabe uno, caso de producirse un accidente (sumamente improbable, dadas las condiciones mencionadas), en coches “sencillos” o viejos, aumenta considerablemente la posibilidad de lesiones y su gravedad para los ocupantes del mismo, pues los elementos de seguridad pasiva de que disponga siempre serán menos y, probablemente, menos eficaces, que en un coche moderno de tipo medio.

      Te felicito por esa sensibilidad para con las presiones de los neumáticos y el comportamiento del coche. Te puedo asegurar, totalmente en serio, que es algo muy, pero que muy poco común, incluso entre conductores que llevan muchas decenas de miles de kilómetros. Puedes creerme, y no es ningún halago, es un hecho.

      ¡Saludos!

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    2. Ui, desde luego no quise decir que desprecie la seguridad pasiva de un coche 'bueno', pero esto es como el 'Titanic'. Cualquier coche se puede accidentar y de manera muy grave, por más seguridad activa y pasiva y por más botones que lleve. Y esto de deslumbrarse de todos los ingenios que lleva un coche 'bueno' confiándoles ciegamente nuestra salud y la de los demás... pues no deja de parecerme un complaciente autoengaño.
      Saludos!

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    3. Sí, creo que nos entendemos y que decimos lo mismo. Son muy significativas esas tres palabras que mencionas: “deslumbramiento” y “complaciente autoengaño”.

      La seguridad radica, fundamentalmente y en un porcentaje altísimo -que yo estimo superior al 90 %-, en la actitud de la persona que conduce. Actitud basada sólida y profundamente en conocimiento y decisión de realizar bien la tarea de conducir volcando en ella toda nuestra capacidad de atención, trabajo y esfuerzo, y perseverando en el intento de mejorar día a día.

      Alcanzados unos mínimos en cuanto a conocimiento y con las premisas anteriores en el punto de mira, ya no importa su volumen. Porque automáticamente ganaremos en peso específico y seremos conductores seguros. Sin importar tampoco el mayor o menor número de kilómetros recorridos. En esto, como en casi todo, lo que importa es la calidad, no la cantidad. Tú lo estás haciendo (felicidades y ánimo), pero la sociedad y sus autoridades hace muchos años que han tirado la toalla, si es que alguna vez la han tenido en sus manos con ganas. Un asno responde perfectamente a la “pedagogía” del palo y la zanahoria; a nosotros ni nos dan la hortaliza, la sustituyen por la ausencia de palos. Lo curioso es que que cada uno de nosotros sabemos que no somos asnos, que podemos hacer las cosas bien por puro convencimiento y por pura conveniencia. Seguramente, nos sentimos más seguros en un grupo de esclavos que como seres libres dispersos. ¡Lástima!

      ¡Saludos!

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