sábado, 30 de noviembre de 2013

DÍAS DE RADIO (NOVIEMBRE 2013)

CHARLAS CON JOSÉ ÁNGEL EN OYE RADIO BASAURI

CHARLA DEL DÍA 6-11-2013. 
La Policía Local de Santander detiene al conductor de un turismo que chocó con una bicicleta y dio positivo en la prueba de alcoholemia; al realizar la prueba al ciclista, también dio positivo. Basauri aprueba limitar la velocidad en el municipio a 30 km/h. El ministro del Interior presentó la reforma de la Ley de Tráfico y Seguridad Vial que, entre otras novedades, prevé obligar a los peatones a realizar pruebas de detección de alcohol y otras drogas siempre que cometan una infracción y aunque no estén implicados en un accidente. Una aplicación para smartphones proyecta en el parabrisas la pantalla del GPS. La OTA de Bilbao (Ordenanza de Tráfico y Aparcamiento) presenta novedades. Algunos comentarios más sobre la aplicación AXA Drive

AXAdriveday (30-10-2013)
La "moda" que tiende a imponerse de limitar la velocidad a 30 km/h dentro de poblado, creo que bien merece ser tratada aparte y espero no tardar mucho en hacerlo. Antes, me gustaría e intentaré leer el informe de la Policía Municipal que se menciona en el pleno del Ayuntamiento y que pueden ver aquí.


CHARLA DEL DÍA 13-11-2013. 
Un oyente pregunta y comenta por Facebook sobre ciclistas y transportes especiales. Barcelona y Palma de Mallorca, las ciudades españolas con mayores congestiones de tráfico. Encuentro Ciudadano con la Movilidad. Etxebarri limita la velocidad a 30 km/h. Toyota FV2: Cambio de humor, cambio de color. El coche avisará al conductor de la posibilidad de sufrir un infarto. AXAdriveday. Retro Clásica Bilbao 2013.

  



CHARLA DEL DÍA 20-11-2013. 
Un oyente pregunta y comenta sobre límites de velocidad 110-130. Tráfico avisa por carta a los dueños de coches viejos del mayor riesgo que tienen en caso de accidente. Un oyente pregunta por qué es falta grave que la ventanilla del lado del conductor no funcione al pasar la ITV. El 40% de los conductores que pierden todos los puntos padecen trastornos psicopatológicos. Asociaciones de víctimas de accidentes de tráfico proponen dos años de adaptación con el uso del casco en ciudad por parte de los ciclistas. Cómo conducir con mal tiempo.


CHARLA DEL DÍA 27-11-2013.
Un ertzaina (policía autónomo vasco) que había sido cesado por falsear datos para evitar una multa, es nombrado para estar al frente de la Jefatura de Tráfico de la Ertzaintza. Una conductora da positivo en todos los tests de drogas. Carta a la DGT de Concha Lago. Algo más sobre el peligro real de los coches viejos. Carretera que carga las baterías de los coches eléctricos. La DGT descubre 3’5 millones de coches inexistentes. El coche más barato del mundo. La Ertzaintza alerta sobre una nueva modalidad de estafa con simulación de accidente*. El Ayuntamiento de Bilbao enseñará a circular de forma segura en bicicleta. Algún apunte sobre el sueño. Sale a entrenar en bici y acaba siendo amenazado con una navaja por un conductor que casi le atropella.

 
(*) Debo aclarar que he entendido mal en qué consistía la estafa que me comentaba José Ángel. No se engaña a ninguna compañía de seguros, sino a un conductor a quien se fuerza a tener un incidente de tráfico con otro coche y al que se le exige el pago en metálico de la reparación del supuesto percance, previa promesa de que la compañía de seguros del conductor "culpable" (curiosamente la misma que la del "perjudicado") le devolverá el dinero que él adelanta. Para que todo sea más verosímil, un falso empleado de dicha compañía habla con el conductor timado asegurándole que es así como la compañía funciona y dando credibilidad a lo que ya le había contado su cómplice. Como pueden comprobar, esto nada tiene que ver con lo que yo interpreté en el estricto directo de la radio. Por lo demás, tengan cuidado, este tipo de cosas tienden a proliferar.


Esteban

jueves, 28 de noviembre de 2013

CONDUCCIÓN NOCTURNA (EPÍLOGO)

He dormido un rato -a veces unas horas- dentro del coche en viajes nocturnos -y diurnos- unas cuantas veces a lo largo de mi vida. Y las que te rondaré. En ocasiones, viajando por carretera convencional me he salido de ella por un camino de tierra hasta encontrar un sitio -fuera de ese camino- donde poder estacionar. 

Después de apagar todas las luces -excepto las de posición- y parar el motor, fuera del coche, observaba el entorno y esperaba a sentirme razonablemente a gusto y seguro en él. También miraba, si por casualidad, había algún árbol, piedra o roca grande que pudiera servir de protección para el coche, caso de que algún otro vehículo pasara por allí y fuese así más improbable que pudiese chocar con el mío utilizando ese objeto natural a modo de escudo.

Puedo dar fe de que este "collarín" es práctico, cómodo, asequible y evita el dolor del cuello.
El cuello, es una de las partes del cuerpo que más trabajo tiene cuando conducimos.
Conduciendo, nunca debemos apoyar la cabeza en el reposacabezas. ¡Nos dormiremos!
Fuente: es.aliexpress.com
En autovías y autopistas, procuro buscar áreas y vías de servicio que estén abiertas toda la noche, las primeras, o que tengan una gasolinera o bar de carretera abierto las 24 h en las segundas; a priori, serán lugares más seguros y casi siempre dotados de cámaras de vigilancia, también en ellos suele parar regularmente la policía para darse un respiro en su tarea. Este aspecto de la seguridad, ya no vial, sino personal, conviene tenerlo muy en cuenta. Utilizar el coche como dormitorio nos hace muy vulnerables. 

Las zonas de descanso (no de servicio) que hay de cuando en cuando en muchas autopistas, generalmente, de noche no me gustan. No me inspiran confianza.

Suelo dormir en el asiento del conductor, al menos ahí tengo alguna posibilidad de huir caso de tener alguna visita desagradable, y procuro que siempre tenga espacio para poder iniciar la marcha hacia adelante y por ambos lados; así, dejando la primera puesta, sólo tengo que pisar embrague, arrancar, quitar el freno de mano y desaparecer lo más rápido posible, que no es lo mismo que alocadamente. 

Tocar la bocina de forma continuada también puede ser muy eficaz para que algún testigo nos preste o pida ayuda, y, aunque parezca raro, hay bastantes conductores que no saben si esta señal acústica funciona en todo caso o sólo con la llave en posición de contacto, si tienen duda, les sugiero que lo comprueben, aunque nunca duerman en el coche, saber eso puede evitar un golpe o accidente propio o ajeno. Por supuesto, también cierro todo y si hace calor abro un poco todas las ventanillas para que corra el aire, si hace mucho calor no hay más remedio que cerrar todo y dejar el motor funcionando con el aire acondicionado puesto al mínimo. 

Como he ido mucho al monte y durante unos años viajé mucho de noche, en invierno, siempre metía en el maletero saco, plumífero, guantes y gorro. En muchos lugares la temperatura baja de los cero grados y se puede pasar mal con el frío. Está la calefacción, pero obliga a tener el motor funcionando todo el tiempo y puede resultar molesto.

Todavía no lo he probado, pero siempre me gustó este invento.
Fuente: empresaytrabajo.coop
Cuando se está más o menos próximo a la calzada, aunque se esté completamente fuera de la vía, si pasa alguna patrulla de la policía es casi seguro que se van a detener para ver si necesitamos ayuda. La idea es buena y se agradece, desde luego, pero el susto es inevitable. Nunca me ha pasado, pero conozco alguno que casi le da un infarto cuando estando profundamente dormido, se despertó y vio, con la cara casi pegada a la ventanilla, a un guardia civil de los que antaño llevaban capa, tricornio y Mauser al hombro.

Siempre que hablo sobre conducir de noche tengo en mente todas estas cosas y las suelo transmitir. Creo que no está de más tenerlas en cuenta, porque, aunque lo mejor es buscar habitación en un hotel, tal como nos recuerda “improsofia” en un comentario dos entradas más atrás, a veces, no hay hotel, está completo o tiene un precio que no podemos pagar en ese momento; en ocasiones, también he visto hoteles que hacen más apetecible dormir en la cuneta que en una de sus habitaciones. En fin, que puede haber circunstancias que nos obliguen a dormir en el coche.

En el blog de Qualitas Auto hay un reciente artículo sobre este aspecto de la conducción nocturna que les recomiendo leer, pueden verlo aquí.

En la entrada anterior, Elisa Alòs nos recuerda en su comentario la apnea del sueño. Como dice en el mismo, merece un capítulo aparte, ciertamente. He pensado en ello, conozco un caso de cerca, pero no me atrevo a escribir “de mi cosecha” sobre esta enfermedad, no soy médico, y “copiar y pegar” no me gusta, ya lo saben, para eso prefiero poner un enlace. He buscado en Internet información sobre esta patología, habrá muchas más páginas que hablen sobre ella pero creo que los dos enlaces que pueden ver aquí y aquí proporcionan suficiente información y dejan la puerta abierta a profundizar cuanto se desee.

Fuente: www.totson.com
Estoy convencido de que esta enfermedad es causa de un significativo número de accidentes. Sé que se puede padecer durante años sin que sea diagnosticada ni tratada, que muchas personas la sufren sin tan siquiera darle importancia y, claro, ni acuden al médico. También sé, que es una enfermedad más seria e importante de lo que parece y que puede tener muchas complicaciones peligrosas y graves, aunque no se conduzca ni se realice ninguna actividad de riesgo, como es el caso que conozco. Así pues, les invito a que lean los enlaces, porque, ojalá que no, pero esa información podría ser de utilidad para nosotros o para alguna persona que conocemos -ahora o en un futuro próximo-, sobre todo, con el fin de buscar ayuda profesional a tiempo.

Esteban

P. D.: En viajes nocturnos conviene advertir a nuestros pasajeros que tengan cuidado con el uso de teléfonos móviles, tablets y aparatos similares. La luz de sus pantallas, sobre todo si las mueven, pueden inducir a error al conductor y pensar que hay algún vehículo próximo cuando en realidad está solo. Parece una tontería, pero según cómo coincida, puede hacer que se aborte un cambio de carril sin ninguna necesidad, por ejemplo.

sábado, 23 de noviembre de 2013

SUEÑO Y SUSTOS (y 2)

Ahora entraré en un terreno muy pantanoso y les ruego que lean esto con mucho cuidado, hay que cogerlo con pinzas. A ver si me explico. Aún siendo de día, habiendo dormido y descansado muy bien, estando muy frescos, el sueño puede aparecer por lo monótono que nos resulta conducir sin rebasar la velocidad máxima permitida. Así, como suena. Naturalmente, esto dependerá mucho del nivel que tenga cada conductor.

Fuente: colchonesblog.es
Un ejemplo muy claro: Hoy por hoy, en España, los límites de velocidad son los mismos para un conductor novel que para uno experto. Una persona que ha obtenido el resultado de “apto” en un examen de circulación hoy mismo, legalmente, puede ir a 120 km/h en una autopista; y quien lleva un millón de kilómetros a sus espaldas también. Pero sus procesos mentales son muy diferentes. El primero, salvo excepciones, en el mejor de los casos sólo podrá llegar a 120 con seguridad en condiciones y terreno muy favorables y como punta de velocidad, no sostenida. El experto, sobre buen terreno y con tráfico fluido, a 120 km/h (como velocidad de crucero) se aburrirá como una ostra, y el aburrimiento le llevará inevitablemente al sueño, o a distraerse, cuando no a ambas cosas. El cerebro de este conductor no encuentra estímulos para mantener una atención elevada en una tarea que le resulta coser y cantar. Al conductor novel le sobran. La solución para el primero es aumentar el ritmo (por lo menos en algunos tramos), para el segundo bajarlo. ¡Pero el límite es de 120 km/h para ambos! Dándose la paradoja, de que el primero, sin correr ningún riesgo propio ni ajeno, tenga una alta probabilidad de ser multado; y el segundo, asumiendo mucho más riesgo, no.

No hace falta ser niño para quedarse dormido de forma inverosímil.
Fuente: es.paperblog.com
Esta es la principal razón por la que no estoy de acuerdo con los límites genéricos de velocidad, al menos en autopistas y autovías. Puede que alguien piense que si no hubiese límites yo iría a 200 km/h en un viaje de Bilbao a Zaragoza, por ejemplo, pues NO, cansa mucho, no quiero llegar a Zaragoza y tener que buscar una cama inmediatamente.

Y dudo mucho, que un conductor novel con muy pocos miles de kilómetros recorridos vaya a 120 aunque la ley se lo permita. En este sentido, con doble mando, he hecho varios experimentos y, sin excepción, todos los alumnos levantaban el pie y buscaban su ritmo natural automáticamente. Lo hacen hasta los niños andando en bicicleta. 

Por razones políticas, más que otra cosa, y en tanto no se mejore el aprendizaje de la conducción, parece irremediable establecer unos límites, pero podrían ser más altos. El actual de 120, para muchos, en muchos tramos de autopista y en muchas ocasiones nos resulta soporífero, peligroso, fatiga y distrae soberanamente. Cabe otra razón para los límites genéricos, pueden verla en este artículo muy bien explicada. Ah, y para quien piense en “esos locos” que circulan tan rápido, solo decir dos cosas: 1. Son muy pocos, afortunadamente. 2. A los “locos”, de verdad, les da igual cuantas medidas represoras se implanten, lo seguirán haciendo; en todo caso, es totalmente injusto que por unos pocos, muy pocos (la propia DGT lo afirma y siempre lo ha hecho), paguemos todos.

Debo decir también, que aun cuando luchemos contra el sueño y parezca que vencemos, existen “micro-sueños”, fracciones de segundo  o muy pocos segundos en los que podemos recorrer decenas de metros literalmente dormidos. Doy fe. Y también de la sensación de pánico que se sufre cuando nos despertamos, aunque no nos haya pasado nada.

Lo he vivido en ocasiones, en algunos tramos rectos enormes, en los que veía las luces blancas de un vehículo a lo lejos y me decía “atento, atento, vamos a cruzarnos con otro, no puedo chocar de frente”, y luego veía las luces rojas en el retrovisor sin haberme dado cuenta de cuándo ni dónde nos cruzamos, y sin poder explicarme, claro, cómo demonios no habíamos chocado ni estaba fuera de la carretera. Creo firmemente en el Ángel de la Guarda pero, por favor, no le den tanto trabajo como (tiempo ha, todo hay que decirlo) le di yo. También tendrá sus limitaciones y siempre no podrá con todo.

Es una pena, pero es mejor cerrar ventanillas y puertas. Y buscar un lugar seguro.
Fuente: www.orthoapnea.com
Aunque durante la noche los espejismos son imposibles, no es raro que se den fenómenos parecidos y confundir vehículos con farolas lejanas o luces de casas; dudar, ya entrando en la curva, si es a derechas o a izquierdas; haber pensado que el cambio de rasante que estamos a punto de coronar es recto cuando hace curva arriba, y, claro, vamos demasiado rápidos; frenar in extremis ante una curva que “aparece” de repente. Creer que hay peatones cuando no los hay, y viceversa...

Pasando el puerto de Pajares con un amigo sevillano una vez, él insistía en que las luces que veía en el cielo tenían que ser ovnis necesariamente, cuando yo le decía que eran luces de casas aisladas en las montañas, pero como los montes no se veían... Hasta que no observó el paisaje de Asturias de día no se quedó convencido, luego nos reímos mucho.

He tenido muchos sustos fuertes durante la noche, uno de los peores pueden verlo aquí, camino de París -precisamente- desde Calais. Y en los que el corazón late tan rápido y fuerte que tiende a salirse del pecho. 

Otro, dando clase de coche, fue con una especie de pequeñas luces que se movían mucho a ras del suelo. Resultaron ser los reflectantes de las zapatillas deportivas de un hombre (por lo demás vestido de oscuro) que iba corriendo para hacer deporte. En ese tiempo yo no sabía que había ese tipo de calzado y pensé que serían animales y lo que parecían luces, sus ojos; muy extraños, con aquellos movimientos tan regulares. Diríase que nos daban la bienvenida.

Dudo que sean más seguras. Un paisano de la España profunda,
de los que se ponen la boina a rosca y escopeta al hombro,
no creo que se lo pensara mucho antes de disparar.
Fuente: 2.bp.blogspot.com
Podría contar mil historias, como ven, pero creo que con estas, y con todo esto, sobre la conducción nocturna ya tienen bastante materia para hacerla suya y, poco a poco, llegar a conducir seguros durante la noche. En todo caso, saben que siempre pueden preguntarme lo que deseen y, eso sí, por favor: Eviten confiarse en esos recorridos cortos por esa ruta que tan bien conocen. El exceso de confianza es muy peligroso. En sí mismo.

Una de las situaciones que más me cansa conduciendo es cuando se va por una carretera con un sólo carril por sentido, de noche, lloviendo y con abundante tráfico. El cruce constante con vehículos del sentido contrario en esas condiciones es agotador.

No sé cuantas decenas de miles de kilómetros habré conducido de noche, muchas seguro, y todavía lo hago. La conducción nocturna tiene su encanto, una cierta irrealidad muy seductora, un "algo" muy especial. Esa sensación la sigo sintiendo igual que la primera vez, es peligrosa, confunde a la mente y a los sentidos, debemos tener mucho cuidado con ella. También es muy cierto que en viajes nocturnos he disfrutado de maravillosos paisajes. Pero siempre, estacionando fuera de calzada y arcén, bien lejos de la vía, y aun estando alejado de ésta unos cuantos metros, dejo las luces de posición encendidas; otra persona puede tener le misma idea y en el mismo lugar, por lo menos que pueda verme. Ya saben, nunca estamos solos por más que lo parezca.

Esteban

martes, 19 de noviembre de 2013

SUEÑO Y SUSTOS (1)

El hermoso deslumbramiento que me permití en la Ciudad de la Luz y que intenté hacerles llegar se quedó atrás y volvemos a estar inmersos en la oscuridad de un viaje nocturno por carretera. Por cierto, llegan inevitablemente a mi cabeza recuerdos de “Vuelo nocturno” de Saint-Exupéry, si alguno de ustedes no ha leído ese libro se lo recomiendo encarecidamente; después de todo, automóviles y aviones tienen en común mucho más de lo que puede parecer y comparten ese espíritu de libertad que a tantos nos cautiva.

Desde más altura, pero la Torre Eiffel se veía en el despegue.
Fuente: lafayette.concorde-hotels.es
Ya dije en entradas anteriores que plantearse un viaje largo de noche en automóvil es una decisión que merece ser contemplada y planificada seriamente. La mayoría vivimos en ciudades y bastante ajenos a la naturaleza, un viaje por carretera nos sumerge en ella, el habitáculo del coche se considera una prolongación de muchas cosas, pero creo que una bastante evidente es que sea la de nuestra casa y nos hace sentir seguros y confortables.

Siempre he sostenido que conviene llevar la mente fuera del coche cuando conducimos, hacernos cargo de por dónde andamos, que podemos pasar por lugares en los que no hay un alma en decenas de kilómetros. Con todo, esto no supone mayor problema caso de necesitar ayuda, prácticamente todo el mundo, y en buena parte del mismo, llevamos un teléfono y tenemos un seguro que incluye la asistencia en viaje, basta con una llamada para recibirla en poco tiempo. A veces, incluso con un par de toques en la pantalla de un smartphone, cosa que permite la aplicación AXA Contigo, por ejemplo; y pronto, habrá sistemas que hasta actúen solos de forma automática en caso de accidente: eCall. Pero nos queda el sueño.

El sueño es una necesidad vital extraordinariamente caprichosa y exigente cuando conducimos. A cualquier hora, pero especialmente las nocturnas, como es natural. Si decidimos conducir durante toda la noche o gran parte de la misma hay que contar con la aparición de este sutil enemigo y estar preparados para evitar que su ataque nos sorprenda. 

También les puedo asegurar una cosa: si nos declara la guerra es inútil resistir, la tenemos perdida de antemano. Quizá podamos ganar alguna batalla, solamente algunas veces, y poder acabar un viaje corto sin problemas, sólo alguna vez, repito. Del mismo modo, uno de media distancia, en algún caso. Un viaje largo, nunca. Lo más que podemos lograr es una tregua hasta encontrar un lugar seguro donde rendirnos a él. Tengan esto muy en cuenta, por favor: El sueño es como la banca en los casinos, ¡siempre gana!

Conducir al mismo tiempo que uno se resiste a quedarse dormido ocupa, y con mucha diferencia, el Nº 1 en mi lista de cosas que nunca quiero que me sucedan mientras conduzco. Todo lo demás: lluvia, agua, viento, nieve, hielo... Con más o menos esfuerzo (a veces mucho) lo puedo sobrellevar; lo mismo, si a consecuencia de lo dicho la media de velocidad se convierte en ridícula y el tiempo de viaje se multiplica por dos, o más. Con eso se puede. Pero el sueño sólo es posible aguantarlo hasta un cierto límite.

No sé dónde esta hecha la foto, pero he visto carreteras así en Castilla.
Fuente: 1.bp.blogspot.com
Síntomas de sueño. 
Comenzaremos a sentirnos inquietos, incómodos y con ganas de movernos; suelen dar picores, la vista deja de bailar, se fija más tiempo en los objetos, tardamos más en consultar retrovisores, pasamos señales sin percatarnos de la información que nos dan, pican los ojos, lloran, bostezamos, nos apetece acomodarnos como si estuviésemos sentados en un sofá, forzamos la postura pero enseguida nos cansa, perdemos algo de trayectoria, usamos menos los intermitentes, dudamos de qué marcha o desarrollo estamos utilizando así como si vamos bien o mal de velocidad, pero tardamos en verificarlo; sudamos, sudor frío, se sienten las gotas bajar desde las axilas, llevamos algún susto, tardamos en percibir distancias, posición y velocidad de los demás vehículos; valoramos mal las curvas que tenemos a la vista y las trazamos peor, comenzamos a conducir con torpeza y brusquedad. Subimos o bajamos la ventanilla, ponemos más alto el volumen de la radio o cambiamos a música que nos parece más “marchosa”; pedimos conversación a quienes nos acompañan, cantamos a voz en grito... Pero estamos a disgusto con todo en poco tiempo, ¡el cuerpo nos pide dormir! Y el coche, encima, parece que nos arrulla. Seguro que me dejo cosas en el tintero, pero estos son los síntomas que he vivido (demasiadas veces) y que no se los deseo a nadie, se pasa muy mal.

Y paisajes similares a este.
Con luna llena y sin lluvia es una maravilla conducir de noche, pero
también muy fácil que nuestros sentidos se embriaguen de belleza. ¡Cuidado!
Fuente: www.portadasparafacebook.es
Resistir el sueño. 
A veces, se puede resistir algo y ayudarnos bebiendo agua, tomando un caramelo, chicle; poniendo música que nos despierte, cantando... A veces, pocas, es un ataque leve, se supera y desaparecen todos los síntomas anteriores. Si falta poco para llegar a destino, es posible que lo hagamos sin problemas, de lo contrario, solamente ganaremos tiempo hasta llegar a un área o vía de servicio, o de descanso, donde poder reposar un rato y dormir un tiempo en el coche. En ocasiones, me ha ido bien tomar una Coca Cola (normal) picando algo y luego un café, pero no siempre funciona, aunque también suelo hacerlo en plan preventivo en los viajes largos. También en otros casos he pedido habitación en un hotel de carretera, es un gasto extra, un retraso importante... Pero piensen que puede ser la mejor inversión de nuestra vida, literalmente.

Es muy importante tomar la decisión de parar, generalmente la retrasamos mucho. Vemos la señal que nos informa de un lugar donde podemos hacerlo, pero pensamos “bueno, mejor el siguiente, seguramente aguanto bien... igual me despejo por completo y ya no me hace falta...” Y así, vamos dejando pasar varias oportunidades y añadiendo riesgo.

Muy importante, es también informar a nuestros pasajeros de lo que ocurre, estar preparados y tener recursos para rebatir sus protestas (lo más habitual). Ya dije por aquí que yo suelo utilizar una que siempre me ha funcionado bien: “¿Quieres que te mate?” Pues eso.

Esteban

domingo, 10 de noviembre de 2013

AXAdriveday. UN GUIÑO DE LA VIDA (y 2)

Cualquiera de los cuatro coches hubiese sido una magnífica elección y, qué duda cabe, de que lo ideal hubiera sido probarlos todos. Con mucho gusto hubiera firmado eso como única actividad, y si fuese durante una semana entera, mejor que mejor; lo que no quita, que tal como transcurrieron las cosas fue un extraordinario regalo. A veces, casi sería preferible no tener que elegir, así desaparece cualquier responsabilidad y uno puede quejarse a gusto sin ningún problema de conciencia. La elección entre cuatro exige desechar tres, y surge la duda. 

Lomborghini Gallardo y Audi R8, postre preparado.
Foto cedida por AXA.
El Lomborghini me resultaba muy atractivo, mucho más “en persona” que en las fotos, especialmente por dentro, aquí, para mi gusto, ganaba a los otros tres ampliamente. El Porsche, por dentro era igual que todos los Porsche y mucho más visto, conocido y cercano, casi un coche normal y hasta con aire de antiguo comparado con sus oponentes; pero era el GT3 RS, un auténtico coche de carreras, por otra parte -aunque no pude comprobarlo por mí mismo- decían que tenía cambio manual, lo que lo hacía muy tentador para ver hasta qué punto ir vestido de piloto, “hace al monje”. Pero eran cinco vueltas, utilizar mínimamente bien el cambio de marchas, hacer punta tacón y doble embrague, algunas veces al menos, aunque sea innecesario parece que te lo pide el cuerpo, al precio de perder atención en otras cosas, eficacia y sensaciones que sería una lástima desaprovechar.

Los mismos en vista trasera.
El Audi R8 es un coche excelente sin ninguna duda, más redondo, mejor, completo y sensato (dentro de lo que cabe) que los otros, pero lo siento, fue el primero que descarté, hasta el punto de que olvidé citarlo en la entrada anterior y casi me ocurre lo mismo en esta. Y lo hice sólo por una razón: Ferrari, Porsche, Lomborghini (menos, pero también) están en otra dimensión, son atemporales, han hecho historia. El Audi R8, no, y dudo mucho que entre en el Olimpo de los automóviles. El Ferrari me resultaba más bonito viéndolo a cierta distancia en movimiento por el circuito que parado y de cerca. Tiene un motor V8 central, y nunca había conducido un coche con ese tipo de motor ni en esa disposición. Todo lo anterior me vino a la cabeza, pero lo empujó rápido este pensamiento: “Esta va por ti, Jonathan”. Y elegí el Ferrari.
La guinda del pastel
Gracias, Pablo Ibáñez ("Circula seguro"). Si no es por ti,
me quedo sin foto de este momento histórico.
Cuando mi hijo Jonathan vino a buscarme al aeropuerto no se lo podía creer -yo tampoco, cuando mañana me despierte me va a parecer que todo ha sido un sueño-, le dije. Pero sí, he conducido un Ferrari 430, rojo -como debe ser-, durante algo más de 8 km dando cinco vueltas en un circuito. ¿A cuánto lo puse? La velocidad indicada más alta que vi, las pocas veces que pude mirar los relojes, fue de 120 Km/h. Un tanto decepcionante, así, en términos absolutos, pero se alcanzaban en un espacio muy corto.

En marcha.
Nos acompañaba un instructor que venía a hacer las veces de guardaespaldas del coche y de nosotros. Los espejos estaban todos orientados para él, aún así, por el exterior izquierdo algo podía ver, por los demás nada. Se hace muy raro conducir sin utilizar espejos, se te va la vista, a pesar de que estés advertido, y giraba la cabeza instintivamente en cada trazada. En el circuito rodábamos cinco coches al mismo tiempo (había dos Lomborghini), llegado el caso, si un coche iba a ser adelantado, el instructor a bordo daba antes el visto bueno encendiendo las luces de emergencia. También había que llevar casco, esta vez abierto; y una vez más, pensé que para qué, pero antes de sentarme -tan cerca del suelo- tuve una respuesta, me di con la cabeza en el marco del techo.

Otra vista del F 430
No sé cómo me hubiese sentido entre el tráfico, más que nada por la posición tan baja,
 pero el coche en sí, transmite una sensación de seguridad enorme, como nunca había sentido.
Una vez dentro me sentí cómodo, ajusté asiento -con supervisión-, el instructor insistió en que el pie izquierdo estuviese bien apoyado en su sitio; esto es importante, pues es previsible que la mayoría estuviésemos acostumbrados a coches con cambio manual y pedal de embrague y el F430, los Lomborghini y el Audi tenían cambio secuencial con levas en el volante y sin pedal de embrague, y claro, si uno se deja llevar por la costumbre y busca la forma de pisar el embrague, se puede encontrar con el freno y  crear un problema. Aunque me parece que eso no es muy fácil que ocurra, más cuando los cambios de marchas se hacen con las levas situadas tras el volante y ni siquiera hay palanca en la consola central. 

El otro Lomborghini Gallardo, tenían motores V10
Creo que el cambio de manual a automático es mucho más fácil que al revés; cuando he conducido coches automáticos unos días y luego paso al manual, lo más que me ha ocurrido alguna vez es que me sorprende el pie izquierdo iniciando el camino para buscar el embrague, pero sólo un instante, enseguida te das cuenta; es peor cuando vas a detenerte, frenas, frenas, frenas... y no te acuerdas de pisar embrague hasta que el motor avisa de que se va a calar, pero en todo caso es un periodo de adaptación muy corto.


Vídeo cedido por AXA. Por si acaso, dejo el enlace directo para ver el vídeo en YouTube aquí.

Hablando de adaptación, me hubiese gustado disponer de más tiempo para hacerme bien con la perspectiva de conducir tan bajo. Iba cómodo, pero se me hacía bastante raro, más de lo que creía. La dirección me gustó mucho, más bien tirando a dura en comparación a lo excesivamente asistida que la suelen llevar ahora la mayoría de los coches normales. La suspensión era dura, como era de esperar, y eso que el asfalto estaba impecable, pero no me resultó molesta. Freno y acelerador se graduaban muy bien y fácilmente, si bien es verdad que no tuve ocasión de pisarlos sin piedad en ningún momento ni a ninguna velocidad; el cambio de marchas funcionaba muy bien y muy rápido. Y poco más les puedo contar. El ruido del motor embriaga, sobre todo en retención, después de frenar y volviendo a acelerar a la salida de una curva.

Porsche GT3 RS
Un auténtico coche de carreras. La verdad es que me quedé con ganas,
pero todo nunca puede ser.
El contacto con el Ferrari fue un auténtico placer, sustentado en hechos, pero sin embargo, resultó más subjetivo que objetivo. No te quedas con hambre pero sí con ganas de más, porque es algo así como si a uno le invitan a comer un plato exquisitamente condimentado con una materia prima carísima que nunca compraríamos, servida en plato de postre. Se disfruta, se goza y se agradece (totalmente), por supuesto, pero me hubiese comido dos platos grandes bien colmados cuando no la fuente entera.

Llanta muy racing del Porsche
Esto me lleva a pensar que, en mi opinión, no merece la pena acudir a un circuito a probar coches de este tipo. Alguna vez he visto publicidad en este sentido y creo que los precios andaban entre unos 300 a 500 euros y, no estoy seguro, pero creo recordar que dando menos vueltas. Son coches que tienen casi 500 CV para unos 1.700 kg, la inmensa mayoría de los mortales nos quedamos muy lejos de poder extraer la auténtica esencia de estas máquinas. Pienso que es mejor destinar ese dinero a realizar algún curso de perfeccionamiento en circuito con coches normales. Es más pedagógico, útil y, creo que objetivamente hasta más divertido. Estos cursos son muy recomendables, sin embargo, hay que ser cautos, porque últimamente algunos de ellos se inclinan mucho más hacia la vertiente lúdica en detrimento de la pedagógica, cuando ésta, ya es divertida en sí misma. Pueden leer una experiencia al respecto aquí.

Alerón regulable.
En teoría, el paso por el circuito, tenía por finalidad probar la aplicación AXA Drive, y la probamos, siendo específica para ese día. Funcionó bien, midiendo con mucho detalle aceleraciones, frenadas y giros, pude observar que en la toma de cada curva ofrecía información muy detallada de la utilización del volante. Pero me hubiese gustado hacer otra prueba, por lo menos, para observar la diferencia entre lo que la aplicación reflejase de una conducción “normal” a otra en la que nos empeñásemos en afinar. No sé cuántos de ustedes se habrán animado ya a utilizar esta aplicación, pero me he dado cuenta, de que “Conducir sin miedo” se complementa perfectamente con ella, no es gratis, pero sí muy asequible. Y ambas ganan utilidad con el tiempo.

Ríanse a gusto. Así me quedaron lo pelos con los dichosos cascos.
Pero eso sí, la cabeza libre de chinchones.
Es difícil, para nuestro fuero interno, dejar de ver a los instructores como un poco aguafiestas. Sin embargo, no me atrevo a valorar su trabajo, no sé nada de su  experiencia, de los sustos, accidentes, incidentes o demás contratiempos que hayan podido vivir y determinen su forma de actuar. Hay cosas que saltan a la vista, ellos no saben con quién tratan, no se pueden permitir que nadie sufra un rasguño ni que un coche se dañe, como ya dije, andan alrededor de los 500 CV de potencia y se pueden desbocar muy fácilmente, cuestan alrededor de 200.000 euros... Han de ser imperativamente conservadores. 

Au revoir et merci beaucoup.
Los instructores me parecieron serios y eficientes. Desde luego cuentan con todo mi respeto y admiro su labor, porque aunque sea en circuito, van sin doble mando, y con esos coches, pueden pasar cosas extremadamente rápido que una vez que suceden es imposible corregir, no queda más opción que actuar con mucha prevención antes de que pueda darse la posibilidad de perder el control. A ellos, a las compañías Digital Brotherhood, AXA y cuantas empresas y personas han hecho posible este paso al otro lado del espejo, muchas gracias. Ha sido un placer y un honor. El placer intento transmitirlo, con mucho menos talento del que me gustaría, pero no sin esfuerzo; el honor, queridos lectores, sí puedo darlo y lo doy. Es suyo.

Esteban
P. D.: 
Es sólo curiosidad, pero, de estar en mi lugar, ¿qué coche hubiesen elegido ustedes? ¿Les importaría decírmelo? ¡Gracias!

jueves, 7 de noviembre de 2013

AXAdriveday. UN GUIÑO DE LA VIDA (1)

El AXAdriveday, ha sido lo más parecido a vivir un cuento de hadas que me haya sucedido nunca; un pasar al otro lado del espejo como en el famoso cuento de Lewis Carroll (matemático, por cierto); un guiño que me hizo la vida, como dice Sabina en una de sus canciones. Y cuando la vida me guiña un ojo, cómo no, me dejo seducir.

Foto de la bandeja, fuente: www.portobello-vintage.com
El pasado 4 de octubre, viernes, a las dos en punto de la tarde me llega un correo por el que me invitan... al evento que ya conocen, dado que han descubierto este blog y consideran adecuado que alguien acuda en nombre del mismo al citado acontecimiento. Ese alguien es un servidor, aquí no hay nadie más. Y, naturalmente, tan sorprendido como agradecido, digo que sí. Pero en realidad no me lo podía creer, no porque no me inspirase confianza el señor Fabio Palumbo (firmante del correo en nombre da la empresa DIGITAL BROTHERHOOD, ubicada en París y responsable de organizar el evento de AXA) y al que antes de contestar ya me había llamado por teléfono, sino porque me parecía increíble en sí mismo. 
Aeropuerto de Bilbao (BIO)
En ese avión llegué al otro lado del espejo.
Vino pronto a mi cabeza, que hacía tan sólo diez días que había publicado la primera entrega sobre conducción nocturna y había puesto como foto de portada una vista aérea de París casi de noche. Es una foto que me gustó mucho, la encontré enseguida y ya no miré más. ¡Qué casualidad! Y siendo ya de noche, tuve una vista muy similar cuando el avión de Air France despegaba rumbo a Bilbao. Hacia el lado del espejo que más habito.

El aterrizaje en París fue mucho más hermoso de como se aprecia aquí.
A este lado de la luna reflectante que mis sentidos dicen que es la realidad (creo que me llevan engañando toda la vida miserablemente), empezó todo. El avión hacia París despega de Bilbao el martes (29) a las 15:30. Al joven que ocupa el asiento contiguo al mío le pregunto si va a un asunto de AXA, me dice que sí. Bien, ya conocemos mutuamente a alguien; cuando salimos de la terminal del aeropuerto Charles de Gaulle nos encontramos con tres hombres más que viajaban en el mismo avión, más tarde apareció otra compañera de viaje y otra chica, también española, pero residente en Berlín, de donde venía.

Ya en el barco.
La Torre Eiffel queda un poco más atrás y a la derecha pero muy cerca.
Sabíamos que desde el aeropuerto nos llevarían hasta un muelle del Sena en coche y viajamos los siete en una van de Mercedes que tenía seis asientos en la parte trasera enfrentados tres a tres. Nunca había viajado así en coche, y me gustó, fue cómodo para hablar entre nosotros, aunque a los que iban sentados en sentido contrario a la marcha decían que no les hacía mucha gracia esa posición.

Torre Eiffel desde la cubierta de popa.
Llegamos al barco, atracado muy cerca de la Torre Eiffel, donde estaba previsto hacer la presentación de la aplicación AXA Drive y de otra más: AXA Contigo. El barco era como una especie de gabarra, pero de lujo, con techo, toda acristalada y una pequeña cubierta a popa; era elegante, acogedora y cálida. En ella nos dieron las acreditaciones, charlamos unos con otros, tuvo lugar la presentación (estaban disponibles auriculares para traducción simultánea, menos mal) y cenamos a base de cazuelitas, dos platos más serios de pescado o carne y postres. Se podía repetir si se quería, y todo estaba muy rico, incluido el champán y el vino. Durante el lunch, el barco zarpó e hizo un pequeño crucero por el Sena. La Torre Eiffel estaba iluminada y omnipresente, resultaba difícil dejar de contemplarla.

Notre Dame
Al rededor de las 11 de la noche el barco atracó en un punto de la otra margen donde nos esperaba un autobús que nos llevaría al château (a unos 50 km al este -y un poco al sur- de París) donde íbamos a dormir. Hacía frío, pero el cielo estaba más despejado que el que dejamos en Bilbao e iba aclarándose a medida que pasaban las horas. Dormimos poco, pero en un lugar privilegiado del que al día siguiente, después de desayunar y siendo poco más de las ocho de la mañana, partíamos en autobús hacia el circuito. El paisaje me recordaba el norte de Castilla y el campo estaba cubierto de escarcha.

Despedida del château, lástima que se pudo disfrutar tan poco.
Llegados al circuito (a unos 85 km al este de París), bajo un precioso cielo azul y un día soleado, nos recibieron con otro desayuno. Después, paso por el vestuario donde nos facilitaron unos buzos de piloto -no eran ignífugos, ni falta que hacía, pero están muy bien-, nos los regalaron, aquí lo tengo, como prueba fehaciente de que no fue un sueño, y nos dividieron en dos grupos. A mí me tocó en el dos, con nueve compañeros más.

Llegada al circuito.
Desayunados por segunda vez y vestidos de piloto -el hábito no hace al monje, pero a veces ayuda un poco-, briefing. Los responsables del circuito, mediante una presentación y charla, nos dan una serie de consejos en cuanto a posición de conducción, cómo acelerar, frenar, tomar curvas, cambiar de marchas, comportamiento de seguridad para adelantamientos, velocidad muy baja en la zona dónde se cogiesen los coches, etcétera. En realidad, nada que no supiésemos la mayoría de los presentes, pero que nunca está de más recordar.

Excelente sorpresa en el briefing.
Todos creíamos que el paso por el circuito era con el único fin de probar la aplicación, no sé porqué, yo me había imaginado que lo haríamos con algunos Peugeot o Citroën de gama media, 308 o C4, a lo sumo C5 o 508. Pero no, los coches para hacer la prueba serían GT, como decían ellos, pero en realidad, tampoco; se trataba de auténticos superdeportivos: Ferrari 430, Lomborghini Gallardo, Audi R8 y Porsche GT3, nada menos. Esto sí fue una auténtica sorpresa que nos iluminó la cara a todos, o casi. Y digo casi, porque del grupo invitado desde España (creo que 20 personas); más o menos, la mitad lo fueron por su relación con la informática y las aplicaciones, y el resto por nuestra vinculación con el automóvil. Entre los informáticos, había algunos que no tenían permiso de conducir y otros que habían conducido muy poco o llevaban mucho tiempo sin hacerlo. Por supuesto, yo estaba encantadísimo, otra cosa que no me podía creer y que en absoluto esperaba. Pero esa no era la única actividad, había cuatro más previstas. El primer grupo comenzó con la guinda del pastel; el nuestro, afortunadamente, la degustó al final. 

Después de habernos hablado del Ferrari y compañía...
Esto parecía una broma de mal gusto, pero no, fue divertido y pedagógico.
Primera actividad.
Con una especie de tractor muy pequeño se hacía un slalom entre conos, un cambio de sentido delimitado también por conos, slalom en sentido contrario, otro cambio de sentido y parar. Sobre hierba. Pero antes había que andar unos 10 m, llenar un vaso de agua en un bidón situado a mitad de este espacio y subirse al pequeño tractor con él en una mano. Al bajar, se vertía el agua que quedase en una cubo situado en el suelo y al lado del punto de salida y meta, el equipo (nos dividieron en dos grupos de cinco personas) que más agua tuviese al final, ganaba. Ganó el otro, por poco, pero fue muy divertido.

Estas son las gafas que simulan estar
bajo los efectos de unas tasas de alcohol de 0'8 y 1'5.
Pero el alcohol NO sólo afecta a la vista, conviene tenerlo muy en cuenta. 
Esta prueba se repitió tres veces, la primera normal, la segunda con unas gafas que simulan ver como si uno estuviese bajo los efectos del alcohol con una tasa de 0’8 y la tercera como si la tasa fuese de 1’5. En esta última, resultaba francamente difícil cualquier movimiento y hasta acertar a meter el vaso en el bidón. Estas gafas las había probado en una ocasión pero andando unos 5 m sobre una línea pintada. Aquí, fue mucho más difícil,  revelador e instructivo, además, debía de hacerse todo lo más rápido posible y por relevos. Mi mayor preocupación llegó a ser no caerme al suelo al montar en el tractor. Hubo suerte.

Segunda actividad.
En una especie de cuadrado acotado, conducir con los ojos vendados un Honda Accord automático siendo guiados por las indicaciones de un compañero, o compañera, que también iban en el coche. Se hacía otro slalom, cambio de sentido y vuelta, teniendo que parar el coche en un espacio cuadrado delimitado con cuatro conos.

Una sensación muy extraña no exenta de angustia.
Sabíamos que el entorno era absolutamente seguro, que además iba un instructor a la derecha (que no decía nada) y el compañero que guiaba detrás, que bastaba con tocar el acelerador a punta de gas... pero daba cosa. En el momento previo a ponerse en marcha,  al colocarse el antifaz... entraba una cierta angustia, y, en mi caso, después de girar la dirección a tope siguiendo las indicaciones de mi compañera, comenzaba a deshacer el giro antes de que me lo dijese sorprendiéndome cuando me corregía, vamos, como si pudiera ver, comprobase que ella se equivocaba y no le hiciese caso. Y no, me guió muy bien; mejor que yo a ella, parece mentira. Un curioso experimento, esto de probar a conducir en ausencia del sentido dominante.

Tercera actividad.
Ya en el circuito de verdad, nos esperaban dos Honda Civic Type R (201 CV) en los que iríamos de pasajeros de dos en dos y cuyos pilotos hacían una exhibición de conducción muy deportiva simulando estar en carrera entre ellos y, a mi parecer, exagerando la brusquedad en aras del espectáculo. Bien, para mí a secas, porque desde luego me hubiese gustado más conducir el Civic aunque no fuese a ritmo de carrera.


Puesto que a veces hay sorpresas, dejo este enlace aquí.

Por cierto, aquí había que llevar casco (además integral), cosa que en principio me parecía innecesaria pero que me salvó de tres o cuatro coscorrones al golpearme con la cabeza contra el pilar “C”, seguido de la puerta trasera, lugar que me tocó ocupar y desde el que intentaba grabar.

En ese colín tan aéreo se iba de pasajero. Las mujeres, todas.

Cuarta actividad.
Recorrido por el circuito en moto conducida por un piloto. Decliné la invitación y admiré el valor de ese hombre, porque si el acompañante entra en pánico en un momento dado, no sé qué recursos podría emplear para evitar la caída. 

A impregnar el aire de adrenalina.
Quiero destacar una cosa que me llamó la atención: Fuimos varios los hombres que no hicimos el “paseo” en moto. Las mujeres, lo hicieron todas, y con las que puede hablar, ninguna se arrepentía, además se les notaba en la cara. Otra cosa curiosa.

Un detalle muy curioso del circuito. Me gustó.
Y llegó la hora de comer. Muy pronto para el habitual horario español pero con un sabroso postre en el circuito, guinda incluida: Ferrari 430, Lomborghini Gallardo, Audi R8 y Posche GT3. ¡Y se podía elegir! ¿Adivinan por cuál me decidí? Pueden hacer sus apuestas, pronto lo sabrán.

Esteban

NOTA: AXA y Ponle Freno lanzan la aplicación oficial de la V carrera popular para salvar vidas, que se celebrará en Madrid el próximo 1 de diciembre.  “Corremos juntos”, gratuita y disponible para iOS y Android, permite a sus usuarios participar desde cualquier punto del mundo y, además, por cada kilómetro realizado, AXA donará un euro destinado a medidas para las víctimas de accidentes de tráfico.

Código QR para descargar la aplicación, aquí.

También la pueden descargar aquí

  
+info sobre la carrera, aquí.