Hay un hecho físico que tiene una expresión escrita que se me antoja hasta poética y que me encanta: el Sol calienta la tierra y la tierra calienta el aire.
Luego el aire caliente sube, el frío baja y la atmósfera se llena de energía propiciando la maravilla de que se pueda volar sin motor, ya sea en velero, ala delta o parapente; y asustando a millones de pasajeros de aviones comerciales por todo el mundo con las conocidas turbulencias. Las monedas siempre tienen dos caras.
¡Qué maravilla! Fuente: www.abc.es |
Ustedes perdonen, me estoy desviando del tema y no hice más que empezar; no obstante aprovecho: probablemente muchos de ustedes viajen en avión por estas fechas y les den miedo esos movimientos de la masa de aire. Si es así, nada teman por ello. Es lo normal y lógico, lo raro sería no sentir esos movimientos. Normalmente, en un barco nos sentimos más tranquilos cuando nos zarandea la mar, y creo que es, sobre todo, porque el agua lo vemos y el aire no. Pero ambos elementos son fluidos en movimiento constante y los dos imprescindibles para la vida. Abróchense los cinturones, no salgan a cubierta y déjense llevar; un gigante les ha hecho el honor de sacarles a bailar, es muy fuerte pero no les hará daño.
Si viajan en avión o en barco presten siempre atención a las indicaciones de seguridad evitando este razonamiento: estoy atento porque creo que habrá un accidente. Actúen igual que cuando se ponen el cinturón de seguridad en sus coches, sin pensar que se van a estrellar; lo ponemos, porque si por un imponderable chocamos estaremos mucho más seguros. Nunca por miedo a la multa. Hacerlo por este motivo significaría que aún nos queda mucho por aprender, tanto, que deberíamos pensar en cubrir esa carencia lo antes posible. Por cierto, las vacaciones también son una buena ocasión para ello.
Los neumáticos en verano están sometidos a un gran esfuerzo y en un viaje largo pasan su prueba de fuego:
- Aire y asfalto están muy calientes.
- Soportan bastante más peso del habitual.
- Las velocidades medias son claramente más altas.
- Ruedan durante mucho más tiempo seguido en estas condiciones.
El esfuerzo es muy alto y en la misma proporción aumenta el riesgo de reventar.
Pero se puede evitar cualquier consecuencia indeseable llevando neumáticos en buen estado y con las presiones correctas. Y también evitando pisar objetos que pueda haber en la calzada, o mal estado de la misma en algún lugar concreto. Siempre que sea posible, cuidado, porque intentar evitarlo a toda costa puede suponer un accidente por salida de la vía o invasión de otro carril a cuenta de hacer un giro de volante brusco; cosa que un reventón, por sí solo, muy difícilmente logrará. Por lo menos a velocidades legales.
Controlando el miedo, controlamos el coche en trayectoria con una rueda reventada.
En el típico viaje familiar de vacaciones en coche, el conductor suele ser poco consciente del esfuerzo al que somete a sus neumáticos. Quizá menos aún desde que se ha extendido el uso del aire acondicionado (un elemento que bien podría considerarse como de seguridad activa, por cierto) pero que también puede llevar a que el conductor se sienta más aislado del entorno y repare menos en los efectos del calor sobre su automóvil. Sin embargo, basta con observar y pensar para darse cuenta.
También es posible que a las cubiertas no les quede mucha vida útil y que se prefiera esperar al final del verano para así ponerlas nuevas de cara al otoño e invierno. No es mala idea, pero entonces se debe adaptar la conducción a esa circunstancia, básicamente, anticipándonos más a las condiciones de la vía y del tráfico para evitar al máximo frenadas bruscas, apoyos fuertes y arranques o cambios de ritmo muy vivos. Aún así, se puede conducir hasta la velocidad máxima permitida pero con más suavidad y previsión y sin ser un estorbo para nadie. Solamente supone algo más de trabajo.
Hace unos días encontré un artículo sobre neumáticos que me gustó, lo puse en las redes sociales y lo dejo también aquí. Les adelanto que yo nunca compraría neumáticos usados, no sé que vida han tenido por muy buen aspecto que presenten. Puedo ver cada vez que salgo a la calle, cómo muchos conductores castigan sus cubiertas contra los bordillos de las aceras, frecuentemente diría que a propósito; y no, cuando se bajan ni miran. Da hasta dolor. No entiendo cómo se puede vivir tan ajeno a las posibles consecuencias de ese maltrato en elementos de seguridad tan básicos, porque no sólo sufren los neumáticos, también afecta a la dirección y sus cotas, a la suspensión y a las llantas.
Fuente: www.tallerato.es |
Lo que se ve en esta última foto es un peligro, pero tiene solución: dos neumáticos nuevos. Esa deformación indica que la estructura interna del neumático está dañada. Generalmente se produce en esos frecuentes “toques” con el bordillo a los que casi nadie da importancia, la mayoría ni se molestan en mirar qué ha pasado. Sin embargo puede costar un disgusto muy serio porque se puede romper esa cubierta en marcha en cualquier momento.
Las ruedas hay que mimarlas, son nuestra "toma de tierra", y los coches no están hechos para volar.
¡Bon voyage!
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